Análisis Atelier Ayesha: The Alchemist of Dusk

Pelear, mejor en equipo

Más allá de asistir a numerosas escenas, recoger ingredientes y alquimizar como locos, otro de los elementos básicos de 'Atelier Ayesha', dada su condición de RPG, es sin duda el sistema de combate. En esta ocasión nos encontramos una vez más ante un sistema por turnos enteramente clásico, muy en la línea de sus anteriores entregas, aunque con algunos añadidos interesantes. No es que haya nada revolucionario, ni mucho menos, pero el sistema implementado es suficientemente entretenido y pulido como para cumplir sin problema alguno.

Lo primero que cabe tener en cuenta es que Ayesha podrá ir acompañada en su aventura de tan solo dos compañeros al mismo tiempo y que, a la hora de pelear, únicamente ella es capaz de utilizar objetos. Eso la convierte automáticamente en el miembro del equipo más valioso, al ser la única capaz de sanar o resucitar al resto de personajes en caso necesario, aunque la contrapartida es realmente elevada. Ayesha es incapaz de ejecutar acciones ofensivas más allá de su ataque básico, careciendo del conjunto de cuatro técnicas variadas del que disponen el resto de combatientes. Esto convierte además sus MPs en algo prácticamente decorativo, aunque el uso de algunos objetos consumirá unos pocos puntos.

El añadido más interesante es el de los comandos activos, que permiten a los personajes realizar diversas acciones fuera de su turno. Específicamente, la barra de comando activo se rellena cada vez que un personaje golpea o es golpeado, para posteriormente gastar dicho poder de reserva en apoyar las acciones de un compañero mediante sencillos quick time events. Así, un ataque de Ayesha puede ser respondido por Regina con un golpe por la espalda que remate al enemigo, mientras que a la hora de defender podemos hacer que Linca y su mayor defensa se interponga ante un golpe que fuera a dejar a la debilucha de Willbell en apuros.

Cada personaje dispone a este efecto de tres comandos esenciales consistentes en apoyar un ataque por el frente, atacar por la espalda o defender a un compañero, además de alguna otra técnica ofensiva y defensiva propia que consume más de una barra de comandos. El poder usar o no estas acciones, sin embargo, depende de la posición relativa de los personajes en el campo de batalla, en el que existen cuatro posiciones predeterminadas alrededor de los enemigos. Mantener al grupo junto permite defenderse mutuamente con facilidad, pero los ataques de área podrían ser devastadores; decidir o no moverse por el escenario a cambio de un pequeño retraso en la próxima acción añade pues cierta estrategia adicional.

Finalmente, cómo no, hacia la segunda mitad de la aventura ganaremos acceso a los golpes finales, que se irán cargando nuevamente -aunque esta vez mucho más despacio- con cada acción realizada y que desatarán lo mejor de cada personaje en una acción devastadora.

Nos encontramos, en definitiva, ante un sistema de combate sin demasiadas complicaciones, con el que cualquier jugador se sentirá cómodo rápidamente sea o no un gran aficionado al género. Realmente tampoco es que haga falta mucho más, puesto que nos encontramos ante un juego que, aunque entretenido, se antoja bastante sencillo a menos que nos colemos en el área que no toca y los enemigos nos machaquen por simple superioridad de estadísticas.

Y hablando de enemigos, imposible no mencionar que éstos se llevan además su golpe de remo particular al presentar una variedad prácticamente nula, con apenas una decena de modelos reciclados de otros juegos y variaciones de color dependiendo de la región del mapa. Algo que comúnmente conocemos como vagancia en estado puro.