Historia de la saga The Elder Scrolls

Aquí tenéis un pequeño gameplay para que os hagáis una idea de como era el título por aquel entonces, en él podréis comprobar los inicios de la aventura.

Graficamente  Arena no era ninguna joyita pero si conseguía su propósito; bajo una perspectiva en primera persona avanzaríamos por truculentos pasillos de castillos, nos adentraríamos en terribles y oscuras mazmorras mientras nos enfrentamos a despiadados monstruos; una paleta de colores variada y conseguida ¿Qué más se podía pedir? Si a esto le unimos el control que aunaba esa dificultad característica de la época pero que a veces aquí se disparaba, mezclado con una interfaz tan fácil como resultona donde con un solo click ya accedíamos a lo que quisiéramos, tenemos como resultado la punta del iceberg de lo que posteriormente sería Elder Scrolls y que llegaría con su secuela Daggerfall, título que guarda con orgullo el tener el mapa más grande jamás creado para un videojuego.

The Elder Scrolls: Daggerfall

Tras comprobar que la fórmula de juego funcionó en Arena, Bethesda se lanzó al desarrollo de The Elder Scrolls II: Daggerfall. Y ese desarrollo fue largo y tortuoso, tanto por el enorme tamaño del juego como por la profundidad. Y es que esta segunda entrega tiene el mérito de ser la más grande de la saga en cuanto a tamaño y número, con el mérito de pulir lo que se vio en Arena e ir labrando un nombre a la saga.

Carátula de Daggerfall

La acción de Daggerfall se situaba en La Gran Roca, la tierra más occidental de Tamriel y cuna de la raza de los bretones, esos humanos con grandes habilidades para la magia. También podíamos visitar Hammerfell, que es la zona natal de los Guardas Rojos. El mismísimo Uriel Septim VII nos envía a esa región para un difícil misión. Por un lado, tendremos que llevar una carta urgente a un Cuchilla (la guardia personal del emperador), y por otro, liberar a un rey fantasma de intenciones desconocidas.

Todo esto se complica cuando acompañamos a este Cuchilla en una tarea titánica: conseguir la llave para liberar al Numidium,  un autómata de gran poder e importancia para el futuro del Imperio. La trama se desarrolla de manera interesante, con la posibilidad de ver hasta cinco finales distintos dependiendo de nuestras decisiones.

El resto de cifras de este juego nos dejan helados: cuenta con aproximadamente 750.000 NPC con los que podremos interactuar, y la extensión de terreno que suman entre la Gran Roca y Hammerfell  es de 161.000 kilómetros cuadrados. Para que nos hagamos una idea, Oblivion y Skyrim tienen unos 40 kilómetros cuadrados de mapeado cada uno. Se trata de uno de los juegos más grandes de la historia.

Por desgracia, no todo eran alegrías: las mazmorras se generaban aleatoriamente y muchas se parecías demasiado entre ellas. Además, tenía tal cantidad de bugs, que en la versión original era imposible pasarse el juego. Tras numerosos parches lograron solucionarlo, aunque de todas formas cuenta con unos números de récord en cuando a errores de programación, algo terriblemente habitual en Bethesda.

Tras esta genial entrega, que tampoco se lanzó en nuestro país, llegó la expansión de la saga (mediante spin-off) y la llegada de la entrega que marcó un punto de inflexión en la misma.