Resident Evil: nuestros mayores sustos

Reportaje

Página 5

23/01/2012 00:05

Juan Pablo Díaz, redactor de Ps3p:

Resident Evil posiblemente se habrá convertido en una de las sagas que más ha marcado a todos y cada uno de los jugadores de videoconsolas que superamos los veinticinco años de edad. Muchos de nosotros hemos crecido con la historia que envuelve a la corporación Umbrella y los entresijos y misterios de esta en el mundo entero. Nosotros hemos acompañado a Chris, Verónica, Leon y demás héroes a lo largo de innumerables aventuras y desventuras hasta dar caza y erradicar completamente la amenaza existente.

De todos esos momentos, de todas esas partidas y de todos esos recuerdos hay dos que sin duda recordaré por siempre, el primer Resident Evil y la tercera entrega, en mi opinión dos autenticas obras maestras que quedarán en mi recuerdo.

Aún recuerdo las noches en vela y momentos aterradores al jugar al primer Resident Evil junto a mi hermano. Los comentarios con los amigos del impactante nivel gráfico del juego y el realismo que atesoraba en aquel momento. Está claro que la intro cinematográfica y el impactante primer encuentro con uno de los zombis marco el antes y el después de muchos de nosotros y esa imagen ha quedado grabada a fuego en nuestras retinas. Un primer enemigo que pese a caer tras la primera descarga de balas volvía a levantarse para intentar alimentarse de nosotros será algo que no olvidaremos en mucho tiempo.

Con la tercera entrega pase lo que posiblemente hayan sido los momentos más angustiosos mientras huíamos del indestructible Némesis por las habitaciones de la comisaría de los STARS en Raccon City. Creo que esos momentos de angustia y pavor por enfrentarnos a un rival al que no estábamos preparados también se recordarán en los anales de la historia de la saga. La escasez de balas y esos arrebatos de locura que nos hacían darnos la vuelta e intentar acabar con esa enorme y aterradora bestia antes de tiempo se quedarán siempre en el recuerdo.

David Arroyo, redactor de Ps3p:

Una gota de sudor frío que arde en una gélida noche invernal. Una noche sin el fulgor blanco de su dueña. Unas nubes que actúan como impasibles guardianes de la noche, velando a la luna en la prisión de su oscuridad. Un impetuoso viento que, con ingenuidad, intenta resquebrajar la ventana. El sonido áspero, seco y constante de las gotas de cera de una vela disfrutando de su último aliento, al caer sobre la mesa. El tenue rumor que acaricia las paredes llevando consigo las notas de un lejano piano. Los jadeos y gemidos del metal al ser arrastrado. El seco golpe de la pistola al disparar su última bala. La sangre que marca el final del camino. El temblor de unos ojos que se niegan a parpadear. El segundo latido desacompasado del corazón. El chillido de un pomo girado. Los sordos consejos de la intuición al acercarse a aquella esquina. El fulgor de un relámpago. Un grito ahogado. Un rostro desencajado... y un joystick que cae al suelo.

Definir el miedo no es fácil. Nada fácil. Y a pesar de que Capcom lo lleve haciendo desde 1996, a mí, como me es imposible elegir una gota del océano, me es imposible elegir un único susto entre los cientos que me ha deparado la franquicia. Echar una ojeada a los Resident Evil que han pasado por mis manos, pensar en las veces que los completé, las casas donde los probé o los momentos en los que me sobresalté... no me haría ni tan siquiera atravesar el pórtico de esa biblioteca en la que guardo todos los recuerdos y experiencias que me ha aportado la saga. Lo único fácil, y seguro, es que el futuro, a partir del 27 de enero, tiene más sustos para mí... yo aguardo impaciente ¿Y vosotros?

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