Análisis Akaneiro: Demon Hunters

De la campaña de financiación colectiva a nuestro PC

Tras la buena respuesta del público en la financiación de 'Akaneiro', Spicy Horse se puso manos a la obra con la idea de crear un RPG que “nunca termina” y que “no te hace esperar un año por un contenido adicional que acabas en dos semanas”. La beta comenzó en noviembre del pasado año y, el 25 de enero de 2013, se publicó la versión final free to play para Windows y Mac junto a una versión para navegador.

‘Akaneiro’ está basado en el clásico de Caperucita Roja y ambientado en la era Edo japonesa. La mezcla entre cuento popular y folklore nipón es cuanto menos curiosa y atractiva, o al menos a mí me llama poderosamente la atención, así que tenía bastantes ganas de ver qué podía ofrecer el juego y cómo Caperucita podía liarse a mamporros con cada lobo que saliese a su paso.

El diseño artístico es maravilloso

Una vez descargado el cliente y listos todos los archivos necesarios para jugar, toca iniciar el juego. Antes de la pantalla de logueado siempre aparece un cuadro para ajustar la resolución, los gráficos, y modificar los controles. Ha sido una gran decepción ver que solo hay tres resoluciones disponibles (1280x720, 1360x768 y 1366x768). Tengo una pantalla de 1440x900, así que mis dos opciones son jugar en modo ventana o jugar en una resolución menor, con una banda negra arriba y abajo.

Olvidado este pequeño desencanto inicial y una vez en el juego, nos creamos un personaje del que solo podemos decidir si es hombre o mujer y el arma (pesada, doble hacha, o katana) y habilidad con la que empezará la partida. Me ha resultado curioso es que no hay posibilidad alguna de personalizar el aspecto físico de nuestro protagonista, algo que la gran mayoría de juegos de rol tienen. Además, tampoco es necesario comerse mucho el tarro decidiendo entre las características iniciales del personaje, porque una vez en el juego podremos aprender todas las habilidades y equiparnos armas a dos manos, pesadas, espadas y todo lo que encontremos o compremos.

Cada clase tiene unos parámetros exclusivos, pero no demasiado importantes

Descubriendo el bello Japón de la mano de Caperucita

Una vez creado nuestro prota, aparecemos en la villa principal (así, directamente, sin historia ni nada). Los tiempos de carga son cortos, más breves que en la mayoría de juegos online, así que cambiar de localización no supone una molestia (en la versión de navegador del juego sí que hay que esperar bastante más). En la ciudadela principal solo vemos NPC (no humanos). Aunque el juego sea online, se trata de una aventura individual y lo único que podemos hacer para estar acompañados es invocar a un jugador que en ese momento esté conectado, pero que se manejará de forma automática. No hay ningún modo cooperativo por el momento, aunque están trabajando en ello.

Aquí comienza todo, y aquí volvemos para cobrar nuestra recompensa

La villa principal es bonita, muy bonita. El trabajo artístico de ‘Akaneiro’ es brutal, lo mejor del juego sin duda alguna. Los gráficos son agradables y coloridos, y están muy cuidados. La estética japonesa está muy conseguida, y el diseño de todos los niveles es genial. Las animaciones de los personajes también son buenas, y los efectos visuales de las habilidades están muy trabajados. La parte gráfica es el punto más fuerte del juego y en ese ámbito no ha defraudado en absoluto.

Un NPC de la ciudad junto a un tablón nos dará las misiones a elegir, y tendremos que tener en cuenta su dificultad y nivel recomendado antes de aceptar una. Cada tarea nos lleva a un escenario distinto. Los enemigos de misiones son variados y están bien diseñados, y los jefes finales de cada fase siempre están a la altura. A eso le sumamos un detalle muy interesante, siguiendo con el apartado visual: hay una gran variedad de objetos equipables, y todos ellos cambian el aspecto del protagonista. Aunque no podemos personalizar el personaje al crearlo, al menos si podemos decidir qué ropa queremos llevar.