
(Pc, PS4, One, Switch)
Análisis Wolfenstein: Youngblood: Matar nazis nunca fue tan divertido
Machine Games se alía con Arkane Studios para ofrecernos una nueva historia en Wolfenstein, aunque esta vez desde el punto de vista las hijas de Terror Billy
Plataforma analizada: PCHan pasado ya 2 años desde que disfrutamos de la orgásmica orgía de balas, sangre y explosiones que supuso Wolfenstein II: The New Colossus. Con dicha entrega MachineGames reivindicó el magnífico regreso de la saga que vivimos con The New Order en 2014 y aumentó su frenetismo y la velocidad de su gunplay.
Hoy nos toca ponernos en la piel de personajes distintos, pero por cuyas venas corre la misma sangre que la de William B.J. Blazkowicz. En esta ocasión nos meteremos en la piel de Jessica y Sophía Blazkowicz, las hijas gemelas de Terror Billy, que deberán poner patas arriba una ciudad de París dominada por los nazis para encontrar alguna prueba que les lleve a solucionar el último gran problema de la resistencia: la desaparición de B.J. Blazkowicz.
Al igual que ya ocurriera con el anterior spin-of de la marca, The Old Blood, lo nuevo de Machine Games deja un poco de lado la carga narrativa para centrarse más en lo jugable. La historia no sorprende, apenas abundan las cinemáticas y no tardaremos en darnos cuenta de los caminos que tomará la trama; pero por el contrario ésta si que conserva el tinte de violencia y humor desmedido que tan personal ha hecho el estudio.
Si bien puede que Wolfenstein: Youngblood no tenga la profundidad narrativa de las entregas numeradas de la serie, ocurre todo lo contrario en el aspecto jugable. La alianza con Arkane Studios y creadores de Dishonored se nota y mucho en el título. París se convertirá en nuestro particular patio de recreo en el que explorar y enfrentarnos a nazis deseosos de disparar harán las delicias de los fans de la marca.
Ciertos aspectos jugables conocidos de Wolfenstein han sido llevados a otro nivel, dándonos la sensación de estar ante una mezcla más que satisfactoria de DOOM y la saga de Machine Games. Los combates son aún frenéticos si cabe gracias a las habilidades de las protagonistas, sumando a todo ello la disposición del escenario. Y es éste el principal protagonista del videojuego. La mano de los responsables de Dishonored se nota en varios aspectos. Para empezar hablamos de niveles ahora mucho más verticales, ofreciendo alternativas de lo más variopinto para tanto el que quiera optar por el sigilo puro, por aquel jugador de gatillo fácil. No hay que olvidar los secretos y enclaves que premian al usuario que desea explorar cada rincón del mapa.
Si a todo ello le sumamos el ágil control, ahora más que nunca, la mezcla que tenemos entre manos es explosiva y adictiva a partes iguales. Generalmente primará más el enfrentamiento directo, no es para menos dado el increíble y espectacular arsenal que iremos desbloqueando a medida que progresemos, pero incluso cuando hacemos uso del sigilo el juego se siente gratificante dadas las posibilidades que ofrece tanto por habilidades como disposición de elementos en los niveles.
¿Qué sería de Wolfenstein sin oleadas de nazis para masacrar? Los combates cuentan con más enemigos en pantalla, además de diferentes tipos, incitando al jugador a mejorar las armas más adecuadas para cada uno de los nazis que se pongan por delante. Jefes de nivel, descomunales moles metálicas, coroneles, perros bomba... la variedad está la orden del día y creednos que cuando los enfrentamientos ponen a varios de éstos nazis frente a las armas la concentración es tal que ni os atreveréis a pestañear.
Una de las características clave de Wolfenstein: Youngblood y que ha traído de cabeza a los desarrolladores es la inclusión de mapas mucho más abiertos junto a componentes RPG. La propia Machine Games ha reconocido tener miedo de estas implementaciones en una saga que con su reinicio se ha caracterizado por niveles altamente lineales y los que primero había que disparar para preguntar después.
Lo cierto es que los añadidos han dado sus frutos para bien, logrando enganchar al jugador en tan sólo unos minutos. Como decíamos líneas atrás, la exploración premia al usuario. La trama ha quedado dividada en misiones que convendrá superar una vez alcanzado el nivel adecuado. Porqué sí, ahora los enemigos de Wolfenstein, así como sus protagonistas, suben de nivel. Las misiones secundarias se presentan por ende como el mejor de los platos para alcanzar esa dificultad requerida para solventar la misión principal sin muchos escollos. No obstante, hay que tener en cuenta que como todo RPG que se precie, subir de nivel nos dará acceso a mejores habilidades tanto para las protagonistas como las armas.
Divididas en varias árboles, las habilidades de Jess y Sop nos darán un extra de aguante durante los enfrentamientos, mientras que las referentes a armas estarán centradas en aumentar el daño de las mismas, su manejo... Este ha sido uno de los puntos sin duda más gratificantes. Mejorar el armamento, personalizarlo con varios componentes visuales que afectan a su rendimiento es francamente divertido. Dicho lo cual, las armas se mejorarán con las monedas que obtendremos al subir de nivel junto a las que encontremos en el escenario. Los personajes harán lo propio cuando subamos la barra de experiencia a medida que superamos todo tipo de enfrentamientos. Un conjunto de ingredientes que aunque pueda chocar al veterano de la saga, funciona a las mil maravillas.
No podemos olvidanos tampoco del factor cooperativo, sin lugar a dudas el apartado más destacado de una marca que siempre ha sido protagonista por su singleplayer. Aunque es como más se disfruta Youngblood, lo cierto es que el jugador solitario no tendrá problemas para completar el título acompañado por la IA. Ésta se comparta sin problemas, respondiendo a la perfección a las diferentes situaciones que se den. Y es que lo hace sin el menor de los inconvenientes debido a las escasas interacciones que tenemos con nuestra hermana (el otro jugador). Machine Games y Arkane Studios apenas han reducido los momentos de cooperación a abrir algunas puertas y resucitar al compañero en caso de que éste haya caído en combate.
Wolfenstein: Youngblood es ya una rareza para la saga. Un título que se aleja en lo jugable de los episodios numerados, lo hace también en lo narrativo, pero que sin embargo presenta suficientes credenciales para considerarlo el más divertido y frenético juego de la franquicia. Sus ingredientes RPG, la adictiva mecánica para mejorar armas - cada una de ellas válida para los enemigos que encontraremos -, el marcado y bien llevado ritmo de la exploración junto a la posibilidad de jugarlo con un amigo lo convierten en un título imprescindible para el fan de la IP.
Cierto es que todavía nos queda la tercera y última entrega de Wolfenstein que ponga fin a las aventuras de Terror Billy, pero Machine Games puede que haya hecho de Youngblood un globo sonda para prepararnos de cara a la conclusión de la trilogía, al menos en su jugabilidad. Cuando mezclas en una coctelera DOOM, Dishonored y por supuesto los combates viscerales y directos de Wolfenstein, el resultado es Youngblood. Un sabor un tanto peculiar que no deja indiferente a nadie si vienes de otros cócteles clásicos , pero que disfrutas gracias a su genuino conglomerado de ingredientes, traduciéndose en un trago que se transformará en otro, otro y otro...
Lo mejor
Los combates son ahora más frenéticos y divertidos
La exploración, gratificante, le sienta a las mil maravillas
El componente RPG está muy bien implementado ofreciendo diferentes posibilidades
Puro Wolfenstein que se mezcla con DOOM y Dishonored
Lo peor
El factor cooperativo se reduce a un par de interacciones
Las misiones secundarias están poco inspiradas
En comparación con la saga principal el argumento es anecdótico
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