El apocalipsis gamer

Reportaje

Página 2

06/07/2013 00:05

Holocausto nuclear

El miedo a una guerra nuclear que borre de la faz de la tierra la mayoría de formas de vida ha sido un fenómeno habitual desde la propia invención de este tipo de armamento. Las posibles consecuencias para la humanidad de un desastre de tal magnitud se han explotado, sin embargo, en no demasiados videojuegos, pero entre aquellos que lo han hecho existen grandes ejemplos de soberbias ambientaciones.

El universo postnuclear más conocido es sin duda alguna el que plantea la franquicia 'Fallout', que a lo largo de varias entregas situadas en los siglos XXII y XXIII nos traslada a un planeta devastado por un conflicto nuclear acontecido en 2077. Un mundo en el que hasta entonces los humanos han sobrevivido en refugios, pero en el que ha llegado el momento de emerger y toparse con un nuevo mundo habitado por humanos asalvajados de gatillo fácil.

Fallout 3

Algo similar plantea por su parte 'Metro 2033' y su reciente secuela, títulos basados en las novelas homónimas de Dmitry Glukhovsky y en las que el metro de Moscú se halla convertido en una telaraña de estaciones-estado tras una hecatombe que hizo inviable la supervivencia en la superficie. Una visión asfixiante de la supervivencia tras el desastre, en entornos cerrados en los que moran extrañas criaturas fruto de las mutaciones.

Condiciones extremas vistas también en otros juegos como la serie 'S.T.A.L.K.E.R.', que propone saquear el desolado entorno de Chernobyl tras un segundo accidente, o también en el jurásico 'Wasteland', precursor espiritual del propio 'Fallout'. Títulos en los que ante la falta de recursos la propia seguridad suele mantenerse a costa de vidas ajenas, y en los que cada nuevo día es una batalla contínua contra los elementos y el resto de supervivientes.

Metro: Last Light
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La supervivencia a un holocausto nuclear no se halla garantizada a menos que uno sea una cucaracha o algún otro bichejo infecto, por lo que es recomendable en primer lugar el disponer de un refugio adecuado en el jardín trasero o bien gorronear el de algún vecino.

Dicho refugio debería contar con alimentos enlatados y algún que otro traje que impida la desintegración cual aspirina efervescente cuando llegue el momento de salir a la superficie, amén de abundante material de lectura para pasar la, nunca mejor dicho, enorme cantidad de horas muertas.

El disponer de un arma fiable en todo momento se hará especialmente conveniente a la hora de retomar las actividades exteriores, dada la elevada probabilidad de encontrar humanos hostiles y enloquecidos. Ante la duda, dispare primero y registre el cadáver después.

Finalmente, recuerde llevar siempre consigo fuentes de hidratación durante las horas más calurosas. Tras una laboriosa caza de suministros, nada tonifica mejor el espíritu que una refrescante Nuka Cola.

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