Análisis Drakensang: The River of Time

Los que quieran profundizar de lleno en el título no quedarán descontentos pues ya en la creación del protagonista veremos todo tipo de menús y posibilidades que nos harán `perder tiempo´ (en el buen sentido) para lograr un personaje lo más completo posible en cuanto a estadísticas en el combate o sus atributos. Si comprobáis que todas estas opciones se os quedan algo grandes y no tardáis mucho en sentiros perdidos, siempre podéis tirar del botón `automático` el cual os facilitará todo.

Una vez metidos en faena y como buen RPG no tardaréis en manejaros con los diferentes habitantes de las ciudades y que os encargarán misiones menores al principio, renovar el equipo en las tiendas o escuchar las historias de algunos elegidos os contarán en una taberna sobre acontecimientos recientes. La manera en la que están conectados las diferentes partes del continente como dije antes no es tan lineal como la vista en el primer título de la saga, pero no termina de tener ese concepto de mundo completamente abierto que a más de uno nos gustaría; aunque por suerte con respecto al juego original ahora si podremos viajar gracias a los puntos rápidos que nos permitan desplazarnos directamente hasta los lugares previamente visitados.

Es momento de adentrarnos en el punto fuerte de Drakensang 2, su combate. Si conocéis minimamente algo de lo publicado por Black Isle en su día, no tendréis problema a la hora de familiarizaros con el concepto de combate de The River of Time, el resto no os preocupéis, os lo desvelaremos de forma sencilla.

Todo se desarrolla en tiempo real pero a la vez por turnos. No es un Final Fantasy ni nada por el estilo, pero tampoco es un dungeon-crawler como pueda ser Diablo. Una vez tengáis delante a un enemigo podréis parar la acción en caso de que lo creáis necesario para asignar a vuestros personajes una orden concreta, un ejemplo.

Estamos en una mazmorra y al cruzar una habitación nos aparecen un grupo de 3 bandidos. En nuestro grupo somos 4 personajes, cada uno de ellos con sus correspondientes clases y habilidades: guerrero, mago, curandero, ladrón. Dado que el suficiente número de gente como para que todo se desarrolle de forma directa, lo mejor será pausar la partida y pasar a asignar ordenes. El mago lanzará un hechizo de hielo con el que congelar a varios enemigos si se trata de un conjuro de area; el enemigo se abalanzará sobre el enemigo seleccionado; el ladrón buscará la espalda de uno de los adversarios para asestar más daño mientras que el curandero quedará rezagado a una distancia lo suficientemente prudente para no ser herido, poder recuperar salud a alguno de nuestros compañeros y también por qué no, realizar algún ataque con la correspondiente arma a distancia que tenga.