Análisis Assassin's Creed III: Liberation

Le podemos perdonar que algunas texturas brillan por su ausencia o que la expresividad de los rostros está un poco enquilosada, porque el conjunto gráfico en estático es más que notable, porque se han cuidado detalles que pueden pasar desapercibidos y hasta se han permitido incluir distintas zonas horarias y hasta misiones con lluvia.

El problema viene cuando el motor tiene que mover todo eso y va justo. La tasa de frames rara vez llega a los 30, lo que se traduce en una sensación constante de falta de fluidez, que no es tan molesta en misiones de paseo y cinemáticas, pero que se acentúa en persecuciones o simplemente cuando queramos aprovechar nuestra gracilidad por los tejados. También hay que decir que el motor presenta cierta estabilidad y en ningún momento cae de los 20 frames por segundo, no hay grandes caídas pero sí esa sensación de falta de optimización que de nuevo el tiempo podría haber paliado.

Lo mismo sucede con los numerosos bugs que seguro nos vamos a encontrar y que en algunos casos obligan a reiniciar un punto de control, suerte que hay bastantes. En este tipo de juegos es habitual encontrar fallos de programación, pero el porcentaje suele ser mucho menor, sobretodo en relacción bug/tiempo de juego. Enemigos que se quedan suspendidos en el aire o congelados en posición de ataque, puntos de inicio de misión que no se activan y saltos al vacío harán su acto de aparición provocando risa o frustración según su naturaleza y su oportunismo. 

Los contraataques seguirán resultando de gran utilidad ante ataques combinados

Otro problema es el popping, que de nuevo es anecdótico si paseando aparece una dama con su paraguas pero que nos puede arruinar una huída si en lugar de la dama son cuatro guardias en una puerta que hasta que no tenemos a dos metros permanecía desierta.

Los fallos de rendimiento y los bugs podrían solucionarse con más tiempo de programación, o tal vez reduciendo algo el nivel de detalle, ya que resulta más importante un título fluído que ofrezca una jugabilidad impecable antes de buscar capturas que entren por los ojos y que pierden mucho de su valor en movimiento.

Ya puestos a pedir, algo más de variedad en el mapa pantanoso, una extensión mayor en la ciudad de México y edificaciones más altas en Nueva Orleans no habrían venido mal, aunque habría sido un atentado contra la representación histórica de la ciudad en esa época. La iluminación luce un nivel notable y resulta curioso que al comienzo de alguna misión pasamos del día a la la noche en cuestión de segundos, como si habiesen trabajado en los ciclos dia/noche pero no los hubiesen introducido al final, ya que todas las misiones tienen su momento horario y este no cambia.

El moto Anvil en Vita puede dar mucho de sí y es una pena que para esta entrega no se haya pulido como buen diamante en bruto que es, tal vez en próximas ediciones de la saga pueda lucir en todo su esplendor.