Análisis Army of Two: The Devil's Cartel

El cooperativo también nos muestra a lo largo de cada fase la manera de recompensar cada muerte haciendo uso del sistema de puntuación que tanto se ha visto últimamente en este género. Con este sistema de puntuación, en ningún momento se llega a competir, sino que también se trata de cooperar para conseguir la mayor cifra posible antes de finalizar cada punto de control. Con cada movimiento, táctica o disparo, recibirás un tipo de puntuación u otra; si flanqueamos el enemigo mientras nuestro compañero se encuentra a tiros con los enemigos, al eliminarlo por un lado sin que se de cuenta seremos recompensados con las bonificaciones sorpresa, flanqueo y si somos habilidosos también con la bonificación tiro en la cabeza. Con toda la suma de puntos que consigamos en cada punto de control se transformará en dinero para personalizar las armas, comprar nuevas o incluso poner tatuajes a nuestro personaje entre otros detalles de personalización.

Objetivo: No dejar a nadie vivo

Todos los niveles contienen puntos de control que, al entrar un nuevo compañero en mitad de tu partida, esta se reiniciará hasta al principio del punto de control. Quizás sea uno de los fallos de este sistema cooperativo, mientras otros juegos el jugador puede entrar directamente en la partida sin tener que reiniciarla, con ‘The Devil´s Cartel’ se reinicia automáticamente si deseamos que el jugador entre en nuestra partida, en ese momento si no hemos llegado al punto de control o estábamos muy cerca de conseguirlo, el nivel se reinicia hasta el último punto para seguir con la partida junto a nuestro nuevo compañero.

Acción a raudales y personalización

En el primer ‘Army of Two’, teníamos algunas secuencias muy impactantes en las que Salem y Rios eran rodeados por los enemigos y se nos daba la oportunidad en cámara lenta y sin movernos de eliminar a todos los personajes sin dejar títere con cabeza. En la nueva entrega han desaparecido y se han incluido otro tipo de escenas más estratégicas y directas.

Por un lado tenemos el modo Aniquilación, que se activa cuando eliminamos un número concreto de enemigos. Al activar este modo, nuestra munición será infinita y el personaje no recibirá ningún tipo de daño por ningún bala o explosivo, es decir, seremos invencibles. Se trata de una orgia de tiros, sangre y miembros volando por el escenario que se puede ampliar en algo más devastador si nuestro compañero también lo activa al mismo tiempo.

Y por otro tenemos las misiones en las que tenemos que controlar un helicóptero con una gatlin, entrar sincronizados en una habitación para eliminar a los enemigos por sorpresa o disparar desde la parte trasera de una furgoneta de reparto al mismo tiempo que lanzamos minas y hacemos estragos a los tipejos del Cartel en mitad de una autopista.

Cooperar es esencial en ciertas misiones

Muchas de estas secuencias serán abundantes a lo largo del juego, pero si hemos notado que el videojuego ha pasado a ser más acción directa que cooperativa, puesto que en los otros ‘Army of Two’ era necesario ser más estratégico y aquí ser más directo, algo que precisamente no es negativo, pero le quita esa gracia de planear estrategias junto con tu compañero, ya que ni existe el sigilo, ni la tranquilidad. Acercarse por detrás de un enemigo es imposible, siempre acabas siendo detectado y le quita la experiencia de vivir algo más tranquilo y estratégico entre amigos.

También podremos hacer uso del combate cuerpo a cuerpo, más creativo que en el anterior ‘Army of Two’. Pulsando el botón de atacar con el cuchillo conseguiremos una muerte muy impactante y rápida para no interrumpir la acción, ayudará mucho en las situaciones cara a cara, puesto que la IA es nula, el acércanos a un enemigo y cortarle el cuello será coser y cantar en cualquier dificultad.