Análisis Starfield

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Starfield: Un viaje de otro planeta

Bethesda tira la casa por la ventana en el que es su juego más ambicioso, un título que abarca tanto que sus primeras horas abruman y asustan a partes iguales; pero ¿consigue mantener el tipo durante toda la experiencia?

31/08/2023 18:54
Tan grande como inabarcable. Así es Starfield. Cada nuevo lanzamiento de Bethesda es un evento en sí mismo, y no es para menos si atendemos al historial del estudio. Con Starfield, Todd Howard y su equipo se han propuesto crear la experiencia definitiva de ciencia ficción, y el resultado ya os adelanto que creará división de opiniones.

Starfield

Somos exploradores

Son incontables las veces que medios como el cine, los videojuegos o incluso la música han reflejado, con mayor o menor acierto, el viaje a las estrellas. “La gente ha olvidado quienes somos Donald, exploradores, pioneros, no cultivadores”, decía Cooper (Matthew McConaughey) en Interstellar. Una frase harto recurrente en Starfield, pero también presente en otras muchas cintas como Apollo 13, Alien: El Octavo Pasajero y un largo etcétera de obras que, con el paso del tiempo, han ido idealizando la exploración del universo.

Desconozco si Starfield es el capricho de Todd Howard, pero sí sé que es la obra más ambiciosa de Bethesda hasta la fecha. ¿La mejor? Eso debéis descubrirlo vosotros, por supuesto, y lo que vais a encontrar en las próximas líneas no es más que un reflejo de mi experiencia, mi viaje.

Es casualidad que mientras escribo estas líneas esté sonando el tema Cornfield Chase, perteneciente a la banda sonora de Interstellar. Y es que como en la escena de Christopher Nolan, yo también he perseguido algo. Starfield es para muchos el juego soñado desde niños, la aventura espacial definitiva y el auténtico viaje a las estrellas. Mi camino ha sido largo y cargado de altibajos, con sus más y sus menos, y aunque ya os adelanto que no es perfecto y en ocasiones las sombras pesan más que las luces, es una experiencia que no os sacaréis de la cabeza (para bien y para mal). Un impacto tan emocionante como el que pueda sentir un astronauta cuando ve su casa, la Tierra, desde ahí arriba.

Starfield cuenta con el inicio más abrupto de Bethesda. Las historias del estudio americano siempre han dado el pistoletazo de salida de forma escalonada, tanto en intensidad como en modo. Starfield echa por tierra el descomunal inicio de Fallout 3 o el apabullante, pero comedido, viaje del Dovahkiin para darnos dos bofetadas de acción. En cuestión de segundos abandonamos nuestro trabajo, y casi de manera obligada, vaciamos plomo en los enemigos, subimos a nuestra nave y batallamos en el espacio para, de nuevo, estar metidos en otra misión de proporciones épicas. ¡Y todo esto en la primera hora de juego!

Bethesda no ha sabido marcar el ritmo con su narrativa en los primeros compases de Starfield, y eso pasa factura al jugador de la peor de las maneras posibles: abruma y asusta a partes iguales. La magnitud del juego es tal que cuando todavía te estás recuperando del editor de personajes y su complejidad, el título te tira al más absoluto vacío espacial. Y a partir de aquí, como si de un embudo se tratara, el viaje no hace más que abrirse y abrirse sin casi tener opción a echar el freno. De hecho, os aconsejo que pongáis todo cuanto esté en vuestra mano para “bajar unas cuantas marchas” y tomaros con calma la experiencia.

El comienzo de Starfield es abrupto y no ayuda a que el viaje escale en epicidad; asusta y abruma a partes iguales al jugador creando una incómoda sensación

Porque sí, Bethesda entra con Starfield como un elefante en una cacharrería, tanto en modo como en narrativa y eso termina afectando a la experiencia, no a las varias decenas de horas posteriores, pero sí puede convertirse en un plato difícil de digerir durante al menos las seis primeras horas de juego.

“Vale, ya estoy avisado, pero ¿qué tal es la trama principal? ¿Y las secundarias?”, te estarás preguntando. El estudio vuelve a hacer los deberes en algo que se le da muy bien: narrar historias de tinte épico y en las que tú eres pleno protagonista, quieras o no. Si bien es cierto que ese primer contacto con Starfield asusta (y mucho) la trama coge ritmo a raíz de forzar una presentación de personajes y subtramas metidos con calzador. Y no es que sean malos, en absoluto, pero su presentación sí. Nos vemos envueltos en un entramado que bien podría estar ligado al final de Interstellar (por continuar con el símil) desde el primer instante, algo que por otra parte no ayuda a familiarizarse con el entorno y, menos aún, con las motivaciones de los personajes.

Starfield

Es cuando llevamos unas horas a los mandos el momento en el que ya estamos inmersos y dependerá por completo de nosotros el conocer qué es todo aquello que nos rodea. Starfield da por sentado que el jugador viene “estudiado de casa”, pero también se toma sus molestias en servirte en bandeja de plata todo aquello que concierne al trasfondo del universo, las colonias y, en definitiva, la exploración humana. Algo que, en cierta manera, contrasta con la propuesta inicial de la aventura. ¿Me encargas una misión que podría suponer el mayor descubrimiento de la raza humana sin conocerme de nada, pero tienes que explicarme cómo ser un ciudadano espacial? Algo no encaja.

Disonancias ludonarrativas a un lado (¡Hola Dayo!), Starfield sabe también encontrar momentos en los que lo mundano hace que de verdad nos sintamos como parte de un universo. Las misiones principales abogan por la épica en diferentes sentidos, gracias también al trabajo de Bethesda de indicar dónde debemos mirar, pero las secundarias pueblan en su mayoría el vasto y enorme universo.

Encontraréis naves a la deriva que se lanzan en picado a un planeta porque su piloto ha caído inconsciente, teniendo que abordar el vehículo y contrarrestar el timón. Os veréis envueltos en investigaciones que han salido mal paradas por culpa de un experimento alienígena. Os convertiréis, si lo deseáis, en mineros o chatarreros. Cazadores de recompensas, pilotos de carreras… las posibilidades y opciones son casi infinitas y si bien todas parecen fluir de forma natural al principio, mediante la presentación de estos eventos, no tardan en repetirse a las pocas horas.

Y es aquí dónde comenzaron las sospechas. Starfield es brillante si miras donde Bethesda te dice; si profundizas o te sales de la tangente marcada por el estudio tal vez lo que encuentres no te va a gustar. Las misiones secundarias se aglutinan por doquier y la calidad de las mismas acaba siendo de lo más dispar. Habrá algunas que te saquen una sonrisa por lo bien paridas que están, pero otras, en cambio, son sonrojantes por contexto y formas y tristemente son abundantes.

El gran problema de querer abarcar tanto priorizando la cantidad sobre la calidad se ve reflejado en la exploración, el núcleo central de cualquier título de Bethesda. No hablamos de encargos o misiones malas hasta decir basta, pero sí mediocres para un estudio que ha demostrado que sabe hacer las cosas muy bien en este sentido, aunque mucho tiempo atrás. Aterrizar en los planetas teniendo el deja-vu de “esto ya lo he visto antes” o “ya sé lo que voy a encontrar” termina siendo una constante que salpica para mal a la experiencia global del videojuego.

Starfield es espectacular si miras dónde te dice Bethesda. Si te sales de ese "campo de visión" comienzas a apreciar y notar todo tipo de irregularidades

Los planetas repartidos a lo largo y ancho de decenas de sistemas se convierten en páramos en los que encontramos puestos civiles, laboratorios abandonados, alguna ciudad, minas, cuevas… Nada fuera de lo esperado en este sentido, pero aunque el poder aterrizar en cualquier parte sea atractivo (y no es para menos) la tarea nada a medio camino entre el tedio de descender atravesando menús y una exploración o conversaciones que sólo dejan una sensación de contenido reciclado.

Es lógico pensar que un título de esta magnitud esté expuesto a contenido más “ligero” o no tan atractivo como las misiones secundarias troncales o la campaña principal, pero de nuevo es imposible no hacer referencia al “a veces menos, es más”. 

The Dark Side of the Moon

Bethesda quiere que te sientas el eje central del viaje y la experiencia. Y vaya si lo consigue. El periplo comienza con el editor de personajes, completo como ya es habitual en los juegos del estudio. Podemos modificar un amplio repertorio de parámetros para el físico del personaje. Ninguna novedad en este sentido, hasta que llegamos a dos de los aspectos más prometedores: trasfondo y rasgos.

Y es que Starfield llega con la promesa de recuperar uno de los apartados más denostados por el propio estudio: el rol. He perdido la cuenta de las veces que he deseado poder interpretar de verdad a un personaje en mis incontables partidas a Skyrim, ni qué decir en Fallout 4. Tristemente tengo que remontarme a Morrowind o más “recientemente” Fallout 3 para encontrar algo de esa pizca de roleo en la que una conversación podía terminar de varias maneras diferentes y ver sus consecuencias minutos/horas después.

Starfield comienza con buen pie gracias precisamente a esos rasgos y trasfondos. Aptitudes que definirán a tú explorador. ¿Serás una chica introvertida incapaz de viajar en grupo? ¿Estarás tan habituada a estar en tierra firme que salir al espacio te pasa factura? Las opciones son muchas, todas aportando beneficios pero también inconvenientes. A la hora de la verdad, de nuevo, nos encontramos con claros y oscuros.

Vuelve el sistema de cámaras propio de Fallout 3 u Oblivion para las conversaciones, despidiendo así las infames conversaciones de Fallout 4. El resultado funciona y es práctico. Los diálogos son más inmersivos, pero una vez sobre el papel nos damos cuenta de que las opciones a escoger no son tan amplias. Hay preguntas para profundizar en el personaje al que nos encaramos, o conocer algo más sobre lo que nos rodea, pero no predominan los tonos y “segundas intenciones”. Y es una auténtica pena porque no se me ocurre mejor sistema para trasfondos tan divertidos como granuja espacial, entre otros también disponibles.

Starfield

Hablaréis mucho en Starfield, sí, pero también os tocará patear y viajar de aquí para allá. ¿Qué esperábais? Lo nuevo de Bethesda se encarga en todo momento de que jamás pares quieto, ya sea explorando planetas, completando misiones o incluso cumpliendo tu jornada laboral (sí, también puedes tener un trabajo). Todas estas motivaciones y estímulos se presentan al poco tiempo de iniciar la partida, lo cual no hace más que incrementar el medidor de “ansiedad” por comprender y asimilar la magnificencia del producto.

A pocos juegos me he tenido que enfrentar a la hora de aplicar un desproporcionado nivel de filtro para saber qué merece la pena y qué no, todo con la intención de buscar un incentivo real. Y es que vuelvo a encontrarme con un muro, esta vez en forma jugable. No serán pocas las situaciones en las que terminaremos a tiro limpio, ya sea por un encargo, ahondar las narices en un lugar que desconocíamos como hostil o bien recoger unos documentos antiquísimos. El famoso “disparar primero, preguntar después” está muy presente en Starfield y aunque encontrarás momentos de lucidez, por si acaso, no te acostumbres.

He hablado en varias ocasiones de la exploración y apenas he rascado nada sobre la misma. En este sentido Starfield se siente tal y como lo habéis visto a lo largo de los vídeos: sencillo y con más que claras reminiscencias a No Man’s Sky. Escanear minerales o especies es tan fácil como apretar un botón, una tarea que será aún más sencilla y reportará mejores beneficios si invertimos varios puntos en la habilidad adecuada. Dependerá de vosotros saber hasta dónde queréis llegar con la misma. Como ya estaréis imaginando, ésta se encuentra ligada directamente a secciones como el crafteo. Eso sí, el juego cuenta con más de una QoL (Quality of Life) para que no se convierta en un suplicio.

Y hablando de exploración, ¿qué hubiera sido de Starfield si el aterrizaje o el despegar de nuestra nave no estuviera ligado a apretar un botón? Pues seguramente hubiéramos ganado un 200% de inmersión. Desconozco si el motor gráfico utilizado ha sido el culpable de algo que sí encontramos en otros títulos (con menor carga gráfica), pero el navegar por menús ya os adelanto que acaba siendo tedioso especialmente en estos momentos donde la nave cobra protagonismo.

Si te encuentras en el espacio y miras al planeta que tienes delante podrás echar un vistazo a varias localizaciones predeterminadas en las que aterrizar. También puedes seleccionar una zona de aterrizaje totalmente personalizada por ti en cualquier punto del planeta; pero independientemente de tu elección no te vas a escapar de la secuencia de varios segundos que muestra el aterrizaje y, por ende, la pantalla de carga. Una escena que se repite si quieres salir del planeta o viajar a otro sistema. No es molesto al principio pero conforme avanza la partida y especialmente cuando nos queremos mover a diferentes puntos del planeta hace que pierda fuelle la inmersión.  

Con pistolas y a lo loco

Toca pasar a hablar del combate en Starfield, elemento más que presente en el videojuego y del que difícilmente podremos escapar. La mano de Id Software y la mejora en este campo por parte de Bethesda ha sido más que satisfactoria. Disparar en Starfield mola, y mucho. Se suma la ingente cantidad de armas de todo tipo disponibles, sus parámetros y características que hacen que disparar con dos fusiles del mismo calibre sea una experiencia completamente diferente.

Ya sea con mando o bien con teclado/ratón desenvolverse en el combate es divertido y francamente gratificante, casi equiparable a lo que es disparar en Destiny. Y todos sabemos lo extremadamente cómodo y entretenido que es reventar cabezas en el shooter de Bungie. Por desgracia, la IA acaba convirtiendo los tiroteos en un festival de “kamikazes”. Me explico. La inteligencia artificial, a diferencia del FPS de Bungie no hace por rodearte, buscar cobijo y reponer salud o utilizar diferentes técnicas de ataque. Consta de dos patrones: Esconderse y salir de su cobertura para que coman plomo si de esponjas se trataran.

Starfield

Aspectos que acaban derivando a enfrentamientos con más tendencia hacia el “aburrimiento” que a la emoción. La IA es torpe, y salvo excepciones como la gravedad cero y donde moverse es obligatorio, combatir con los pies en el suelo se convierte en una repetición de patrones durante toda la aventura: rushear a los enemigos y fundir el cargador encima suya; o bien tomar algo de distancia y con el rifle de turno disparar a sus cabezas. No hay un sólo ápice en ellos que nos invite a darle una vuelta a nuestra estrategia de afrontar el escenario o incluso cambiar el arma; y es una auténtica lástima pues muchos escenarios nos hacen soñar con tiroteos de órdago.

Mucho mejor es la experiencia en naves. Como ya os he comentado, Starfield cuenta con diversos eventos repartidos a lo largo de los viajes espaciales, entre ellos los enfrentamientos con otras naves. Los hay de diferentes tipos, incluyendo colosos que os obligarán a contar con un vehículo de mayor proporción. Dejando a un lado que para optar a naves de mayores dimensiones o ciertas características necesitaréis la licencia adecuada, combatir en el espacio se siente francamente divertido. Es intuitivo, requiere de estrategia gracias al sistema de reparto de energía y una vez acabas el enfrentamiento quedas exhausto. Los enemigos son agresivos y saben utilizar diferentes estrategias como las esquivas o reparaciones. Sin duda, uno de los mejores apartados del videojuego. 

Bethesda, toca decir adiós al Creation Engine

Starfield va a sentar precedentes a la hora de crear juegos de ciencia ficción. ¿El motivo? El descomunal apartado artístico, equiparable a lo que fue en su día Mass Effect. El trabajo realizado por Bethesda en este campo es colosal, con una calidad y mimo puesto en cada esquina que os dejará absortos incluso después de más de 100 horas de juego. Todos y cada uno de los detalles de las armaduras, armas, paneles de la nave, ciudades o habitaciones parecen estar “vivos”; marcando un hito en los títulos de su temática y recogiendo el testigo a la perfección de películas como Apollo 13, Alien o 2001: Odisea en el Espacio, entre otras.

En lo puramente técnico, Starfield no brilla tanto. El Creation Engine sigue dejando situaciones sonrojantes en lo referente a las físicas, o unas animaciones más propias de mecha que un humano. Es cierto que la evolución del motor ha sido más que notable, especialmente en lo referente a la iluminación, otro de los detalles que es imposible pasar por alto. Estar en el espacio y ver cómo incide la luz en la nave, o bien en interiores dependiendo del tipo de entorno nos dejará con la boca abierta, pero en funcionamiento y en lo que a las situaciones del tipo combates o visitas a ciudades se refiere, el panorama cambia y no para bien.

Starfield es el máximo exponente de que "más no siempre es mejor"

Esto afecta doblemente a la experiencia en el jugador de PC. Cuento con un equipo de última generación, equipado con una CPU i5-13600K, Nvidia RTX 4070 12GB, 32GB y un M2 1TB. Un PC que podría mover sobradamente Starfield, y así lo hago con otros títulos como Cyberpunk 2077 en su máxima calidad con su más reciente versión de Ray Tracing. Por desgracia el videojuego de Bethesda no ha llegado lo suficientemente bien optimizado. En resolución 1440p y con todo en Ultra, activando FSR 2.1 de AMD y resolución dinámica,  sólo he podido rascar un máximo de 70 fps entornos cerrados, mientras que en ciudades, el espacio o mapas más abiertos la tasa bajaba hasta los 50 o 40 fps. La situación no mejoraba reduciendo los parámetros gráficos, logrando rascar unos 5 o 10 fps. Bethesda va a tener que trabajar mucho en este aspecto con los usuarios de PC, su público más potencial y especialmente con los usuarios de Nvidia.

En Xbox Series X el resultado ha sido más estable, eso sí a 30fps. Es lógico pensar cómo hubiera sido Starfield en la máquina de Microsoft a 60fps, pero sabiendo cómo funciona en PC (al menos por ahora) entiendo que Bethesda haya preferido optar por una tasa mucho más estable, jugando con parámetros que rondan la calidad Alta de PC.

En el apartado de sonido nos encontramos, de nuevo, luces y sombras. La banda sonora es la mejor que se recuerda por parte del estudio desde Skyrim. El trabajo realizado por Inon Zur es colosal y memorable, acompañando cada instante, sea exploración, misión principal o combate de forma soberbia. No encontrarás una melodía que trascienda como lo fue el tema principal de The Elder Scrolls V, pero no hace falta; el conjunto general de la banda sonora es lo suficientemente excelso para incluso detenernos a observar el horizonte con la melodía de fondo.

Starfield cuenta con un trabajadísimo doblaje al castellano, de nuevo, posiblemente el mejor trabajo de Bethesda hasta la fecha. La entonación en cada personaje es la correcta, así como una gran elección de las voces para cada personaje. Un conjunto que se ve manchado por una sincronización labial prácticamente nula. Y es que sólo basta hacer una prueba. Decidí cambiar las voces a inglés y no sólo éstas eran aún mejor en tono, sino que sus labios se adaptaban a la perfección a cada palabra. En castellano me encontré con demasiados momentos (casi todos) en los que se escuchaba la voz del NPC en cuestión y la boca permanecía cerrada durante un largo periodo de tiempo. 

“Incluso las estrellas más brillantes se queman al final”

Starfield ha sido el análisis más complicado al que me he enfrentado en los 10 años que llevo dedicándome a esto de los videojuegos. He querido entender el mensaje de Bethesda, su proyecto, la experiencia a transmitir, ser crítico pero también saber perdonar ciertas asperezas. He pasado horas tratando de asimilar la magnitud de la aventura que propone, me he tomado descansos de varias horas (y días) para interiorizar su descomunal tamaño y posibilidades; pero si algo me queda claro es que Starfield pasará a la historia por muchas cosas, pero no por ser un videojuego redondo.

Starfield

Sentirnos exploradores, sumergirnos en el imponente universo (nunca mejor dicho) creado por Bethesda y la dopamina que provoca el descubrimiento de lo más inverosímil es una experiencia palpable desde los pocos minutos. No obstante, la lista de factores que empañan esos instantes crece en paralelo y a pasos agigantados. La exploración se vuelve tediosa (inclusive la navegación en menús), las misiones repetitivas y predominando la narrativa vacía frente a la trabajada, abogando por el enfrentamiento más directo. Un roleo que queda relegado a un segundo, tercer, cuarto y quinto puesto, sumando un apartado técnico que podría estar más cuidado.

Starfield es el máximo exponente de que “más no siempre es mejor”. Una drástica reducción en el número de sistemas hubiera salpicado para bien a muchos de los apartados mencionados: misiones y tareas de mejor calidad, nuevas opciones de exploración y un largo etcétera de “check list” que habría transformado bastante el videojuego que tenemos a día de hoy. Muchos de estos elementos quedarán solucionados, como no podía ser de otra manera, por la activa comunidad modder y sobre la que Bethesda ya ha puesto las miras. Se espera de ella un trabajo que sin duda puede dejar un goteo de contenido prácticamente inabarcable durante los próximos 10 años.

No quiero que os quedéis con la sensación de que Starfield es un mal videojuego. En absoluto lo es, cumple con lo que se nos ha prometido, pero esa sensación de haber jugado a Starfield hace varios años en lo jugable está ahí. Se siente Fallout, y eso está bien, pero Bethesda debería arriesgar mucho más tanto en la forma de contar historias como a la hora de ponernos a los mandos del personaje y todo lo que le rodea. Como ya he citado, salirse del punto al que Bethesda quiere que mires implica encontrar defectos en las formas y las maneras de hacer las cosas. Hablamos de uno de los estudios más importantes de la industria, sentando cátedra en muchas de sus obras, y más concretamente en el género del RPG de acción, experimentando un exponencial cambio en el buen sentido durante la última década. Todd Hoddward y su equipo están más que de sobra capacitados para lograr un título sobresaliente y que suponga un punto de inflexión. Vosotros, al igual que yo, también estáis en la tesitura de exigir algo más. Me quedo con la espinita clavada de lo que podría haber sido y no fue: un viaje inolvidable, casi palpable en el que me sentía como un explorador con traje nuevo; y no uno que ya tenía la sensación de haber recorrido. 

8

Lo mejor

Apartado artístico excelso

La atención por el detalle roza lo enfermizo

Una BSO memorable

Una trama con sorpresas que cumple y nos hace sentir auténticos exploradores

Contenido para parar un universo

Lo peor

La IA, torpe y simple; auténticas esponjas de balas

El rendimiento en PC deja que desear incluso con equipos muy potentes

Mucho contenido reciclado, especialmente misiones y tareas

Decisiones de diseño que lastran la experiencia y la inmersión

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