Análisis Flower

Un pétalo, algo tan pequeño y frágil, tiene la capacidad de despertar a otros y formar un ejército de pequeños pétalos de colores que consiguen devolver la vida y el color al nivel correspondiente; como cada uno de nosotros, de forma individual, tenemos la capacidad de hacer algo tan sencillo como activar a un semejante y, uno tras otro, conseguir entre todos cambiar las cosas y mejorar nuestro mundo. Un pétalo, un individuo. Muchos pocos hacen un mucho. 

Y como única arma en todo el juego: el viento. Otro elemento natural que se erige como motor de todo este movimiento de cambio. Sólo con el viento y los pétalos seremos capaces de recorrer cada nivel y enfrentarnos a nuestros enemigos: las grandes estructuras métalicas de la energía eléctrica tradicional.

La propia electricidad se convierte en algunos niveles en nuestro único enemigo, chamuscando nuestros pétalos e impidiéndoles avanzar en su camino. Pero que nadie se asuste, que no se trata de hacer desaparecer la electricidad del mundo. De hecho, encontramos como aliados en esta aventura a unos blancos e impolutos molinos de viento que, una vez realizado nuestro trabajo, se pondrán en marcha generando nuevas corrientes que nos desplazarán de un lado a otro por estos mundos. 

Un uso racional de las energías, un mantenimiento adecuado de las estructuras que surcan nuestros campos y un cambio de mentalidad hacia el uso de las nuevas formas de energía no contaminantes serían, en resumen, los grandes mensajes del juego.

En el transcurso del juego iremos comprobando que nuestra ciudad va cambiando de aspecto. De los grises al color, del color a la luz y, tras terminar el último nivel, una pequeña flor nace en uno de los acerados. Un mensaje de esperanza como recompensa a nuestro trabajo. Todo transcurre en apenas una hora de juego.

Flower es, para finalizar, una de las más originales apuestas que han pasado por nuestra consola y que creemos debe probar todo el mundo. Aporta algo distinto a lo que conocemos y, además, deja una agradable sensación de haber hecho algo bien; una satisfacción que muy pocos títulos aportan.

El nivel extra, el séptimo, destinado a presentarnos los créditos del juego, resulta tan original como cualquiera de los seis que componen la historia. Y, si lo buscáis, también encierra su propio mensaje. Sólo os daremos una pista... observad cómo se sitúan los curritos, los jefes y la todopoderosa Sony. Una genialidad más de este estupendo estudio de desarrolladores para poner punto y final a un excelente trabajo.