¿Es 'Diablo III' el juego que esperábamos?

Haciendo de tripas corazón y siempre intentando buscar el positivismo, dejé pasar unos días para ahora sí, empezar mi partida. No voy a entrar en detalles minuciosos sobre mis primeras horas en el título, no me gustaría alargar en exceso el texto; por lo que iré al grano sobre que es verdaderamente lo que encontramos a día de hoy en 'Diablo III'.

Han tenido que ser numerosos los parches los que hagan del RPG de acción un juego que hasta este verano estaba bastante verde. Crudo como la vida misma, pero así es. Para aquellos que aún no se hayan adentrado en la obra, veamos qué cambios ofrece con respecto a su antecesor para después pasar cuáles son nuestras motivaciones para seguir jugándolo.

Renovarse o morir: ¿Casualización?

Si por algo se caracterizaba 'Diablo 2' es por ofrecernos una completa personalización de personajes donde encontrar dos  iguales era complicado. Al subir de nivel teníamos que asignar varios puntos de atributo en función de la clase escogida a la par que pensar bien en que rama de habilidades nos centrábamos, pues la elección era irreversible.

Esto hacía del título un juego de rol donde los más expertos en el género se sentían como pez en el agua; algo que con 'Diablo III' pasa por alto. Conforme nuestro personaje consigue la experiencia necesaria no podremos asignar punto alguno a los atributos ya que estos se aplican automáticamente, además  hay que añadir que las habilidades han quedado divididas en runas, desbloqueándolas de manera completa conforme avancemos en la aventura. Con ello conseguimos que todas y cada una de las clases puedan ejercer las veces de tanque, healer o DPS, algo que sin duda no está del todo mal pero donde el componente rolero pierde gran parte de su esencia. Destacable también la presencia de habilidades pasivas que nos otorgarán ciertos beneficios.

Al mencionado factor del leveo hay que añadir otros como la posibilidad de identificar en cualquier momento objetos mágicos, crear portal de ciudad o engarzar/sacar gemas de nuestras armas y armaduras. Algunos de ellos como el tema de los pergaminos pasaron a mejor vida ahorrándonos el tener que cargar con tomos , sin duda un detalle que se agradece o para erradicar "tramposos" que creaban una vía de escape durante un enfrentamiento con un jefe final, al igual que el de las pociones ya que no eran pocas las veces que durante una batalla nos liábamos a tirar de éstas para salir indemnes, teniendo ahora un tiempo de reutalización.