Análisis Dragon Age: Inquisition

Un multijugador que consigue su propósito, divertir

En contra de lo que pueda parecer, el modo multijugador de 'Dragon Age Inquisition' consigue con atino su principal cometido, divertir. Al igual que ocurriera en 'Mass Effect 3', la modalidad online se centra en enfrentar a un grupo de jugadores contra todo tipo de enemigos controlados por la IA. Por supuesto escoger varias clases y el crafteo de objetos serán las bases de esta alternativa a la campaña principal.

Aunque al comienzo solo tendremos disponibles tres clases - Legionario, arquero y custodio - a medida que avancemos y consigamos los recursos necesarios podremos acceder al resto de opciones jugables como elementalista, nigromante, asesino o templario por mencionar algunos ejemplos. Al igual que la tercera entrega numerada de 'Mass Effect', podremos crear partida o bien acceder a una rápida mediante matchmaking. Escogiendo dificultad y mapa, nos meteremos de lleno en la acción. Lejos de centrarnos solo en luchar, este modo también nos incita a hacernos con los recursos de turno para, después en la tienda y la forja, construir y adquirir nuevo equipo con el que enfrentarnos a nuevos desafíos.

Una propuesta sencilla y accesible que divierte si jugamos con amigos; los piques por obtener la mejor puntuación y llevarnos la máxima experiencia con la que subir de nivel más rápidamente serán una de las constantes en este modo que sabrá distraernos durante unos minutos de la intensa y adictiva campaña principal.

Un RPG ambicioso y ejecutado con maestría en todos sus apartados

Tras el irregular 'Dragon Age 2' y el notable, aunque no sobresaliente 'Mass Effect 3', Bioware culmina con 'Dragon Age Inquisition' el que es sin lugar a dudas es su juego más ambicioso hasta la fecha. Un RPG que recupera la esencia de las obras clásicas que siempre han caracterizado al estudio en términos de combate, pero también en factores como las decisiones y por supuesto las relaciones con otros personajes. A todo lo que ya conocemos hasta la fecha como característica y esencia clave de Bioware se añade ahora el elemento libertad. La posibilidad de tomar decisiones de un mayor calado e índole y por supuesto la de recorrer ciertas áreas siguiendo nuestro instinto y no las guiadas por el argumento.

Lejos de apostar precisamente por una aventura lineal, que en mayor o medida nos lleve de la mano, 'Dragon Age Inquisition' nos sirve en bandeja toda una amplia gama de tareas a cumplir, ya sea como el héroe que decide labrarse un nombre entre los habitantes de Thedas cumpliendo con ciertos encargos o bien optando por el compromiso de Inquisidor, construyendo una gran fuerza política, porque precisamente Inquisition demuestra que las batallas en un juego de rol no solo se ganan en la arena, sino también fuera de ella.

Con una duración que sobrepasa las 50 horas en su campaña principal y asciende hasta las 200 si queremos completar el título al 100%, está claro que 'Dragon Age Inquisition' no terminará rápidamente en vuestra estantería. Es más, aunque la historia se desarrolla de forma paulatina siempre tenemos esa sensación de sentirnos ocupados ya sea completando misiones, ganándonos la confianza de nuestro grupo o recuperando el nombre de la Inquisición como antaño se la conocía. Su único punto negativo es la relativa facilidad con la que el producto cae en la repetición de ciertas tareas, que aunque variedad hay para dar y regalar, ciertos encargos no dejan de presentarse en la misma forma a lo largo de la aventura.

En definitiva, 'Dragon Age Inquisition' contiene todos los elementos que hacen grande a un RPG de nueva generación. Un apartado técnico más que notable, más allá de determinadas animaciones, que en términos de iluminación cumple con creces -en especial su versión para PC- y un presentación jugable que desde el comienzo nos mantendrá atrapados sin remedios, independientemente seamos o no conocedores de la saga. Un juego de rol que ningún amante del género debe perderse.