Análisis The Witness

Una isla paradisiaca

‘The Witness’ es algo más que un juego de puzles a la antigua usanza. Jonathan Blow, su creador, ha querido que el jugador sea capaz no solo de poner a prueba su capacidad para resolver una amplia variedad de rompecabezas, sino también el adentrarse en un viaje en el que desgranar secretos e inclusive desconectar con la simple motivación de pasear por los bellos parajes de la isla.

En este sentido, lo nuevo del responsable de ‘Braid’ deja el telón de fondo de los puzles para también meternos de lleno en una historia que deberemos ir desgranando poco a poco. La resolución de los rompecabezas supondrá además de la satisfacción personal, también un punto con el que tenernos enganchados argumentalmente. Y es que el misterio que encierra el lugar será también clave para tenernos pegados a la pantalla.

No vamos a caer en el error de hablaros, aunque sea mínimamente de lo que – a priori – podría prepararnos el escenario, eso es algo que tenéis que descubrir por vosotros mismos; pero ya os adelantamos que conforme progreséis en la aventura, ésta gana de forma exponencial interés.

Es por ello que recurrir a ‘The Witness’ como un juego de puzles puede ser una alternativa, pero más allá de pensar en el como un título al que dedicarle unos minutos y dar rienda suelta a nuestra pericia a la hora de completar con éxito los retos, el título es un viaje en sí mismo; tan adictivo como inmersivo.

Rompe-Cabezas. Literalmente

A pesar de la belleza que destilan los mapeados y la sensación de estar ante un mundo abierto de gran extensión; el eje central de ‘The Witness’ serán como ya podréis deducir, los puzles. Éstos serán quienes nos abran el camino hacia nuevos desafíos, introduciendo también el factor exploración.

‘The Witness’ sacará lo mejor de vosotros, pero también sabrá desquiciaros. En este sentido no hablamos de obras de corte ‘Dark Souls’ u otras del estilo en el que se premia la habilidad, y en menor medida la paciencia. Blow quiere que te detengas a pensar tranquilamente la posible resolución para el puzle, que indagues en la instancia ante hipotéticas “pistas” y conozcas tu entorno.

Es especialmente importante saber que el jugador se encontrará desprovisto de toda guía aún al comienzo de la aventura. No tendremos indicadores o tan siquiera tutoriales. La fórmula “ensayo-error” será pues la mecánica desde el principio hasta la conclusión del título.  La curva de dificultad, aunque irá in-crescendo según progresemos, será lo suficientemente asequible durante el inicio del juego. Ideal no solo para comprender las mecánicas, sino también ir haciéndonos poco a poco a los desafíos que se nos presentarán horas después. Si bien es cierto que los rompecabezas repiten formato, la dificultad de éstos generará todo tipo frustraciones, lo que hace del producto un título no apto para todos los públicos.

Con un planteamiento a simple vista sencillo, la cosa se complicará sobremanera conforme vayamos avanzando por los diferentes escenarios que se presentan en la isla. Éste será otro de los puntos clave del juego, pues, aunque ‘The Witness’ tenga lugar en un emplazamiento que podría no dar lugar a entornos más variados, lo cierto es que Jonathan Blow ha querido que no tengamos la sensación de monotonía mientras “paseamos” o exploramos el mapeado, a la par que le damos al coco. Aportando diferentes diseños, ya sea en forma de desiertos o bosques – entre otros -, el título sabe cómo incitarnos no sólo al descubrimiento de nuevas zonas, sino también a dejarnos boquiabiertos con sus bellas postales.

Aunque puede que no sea puro músculo técnico, ‘The Witness’ es uno de esos juegos que entra por los ojos. No veréis niveles tremendamente llenos de vida, es más, éstos no destacan por sus innumerables y “pomposos” detalles; sino que basa su diseño artístico en la simpleza y belleza, como si de un cuadro se tratara, consiguiendo su propósito de impactarnos ante tan bonitos paisajes, pero logrando que no nos distraigamos.

Un viaje único

‘The Witness’ bien podría considerarse una de esas “rarezas” que llegan cada cierto tiempo al sector. Casualmente ‘Braid’ bien podría catalogarse como un título similar dentro de su estilo y en su momento, y que inclusive sigue vigente a día de hoy.

Lo nuevo de Blow aboga por sensaciones tan dispares como la satisfacción de resolver enrevesados puzles, pero también otras como la soledad y que en su conjunto forman un conglomerado de experiencias que nos mantiene absortos durante horas. Hemos hablado de la adicción que generan los constantes rompecabezas, siendo además cada vez más y más difíciles; pero también sería justo hacer lo propio con la narrativa en sí, original en su estilo, encajando a la perfección pieza a pieza con el argumento, como buen rompecabezas.

Superado el reto de la campaña principal, y que perfectamente puede alargarse hasta las 20 horas, quedarán aún más desafíos en el tintero por resolver. El creativo nos pone sobre la mesa lograr la proeza de supera los más de 700 puzles(algunos de ellos adelantando que sólo podrán ser completados por 1% de los jugadores debido a su extrema complejidad); motivos más que de sobra para no abandonar la obra superada la historia, pues como nos ha ocurrido a nosotros, os quedaréis “atrapados” en la isla.