Pre-Análisis Bioshock Infinite

De repente, el cielo comienza a tornarse rojo, un ensordecedor ruido como sacado de miles de trombones nos rodea. Tras unos segundos de confusión, entramos en la sala que se abre delante nuestra; una silla emerge de la nada. Nos sentamos en ella y unos grilletes se aferran a nosotros indicándonos que nadie ni nada nos sacará de ahí. Solo es cuestión de tiempo.

La cuenta atrás da comienzo y en menos que canta un gallo salimos disparados hacia el cielo... bienvenidos a Columbia.

Las oscuras habitaciones y pasillos de Rapture han dado paso a una ciudad mucha más viva, cargada de colores donde la gente hace sus vidas y las fiestas tiñen de alegría la urbe. Pero no os dejéis llevar por estas primeras sensaciones. Columbia no solo esconde secretos en cada una de sus calles; sino que la religión o el racismo están a la orden del día rigiendo en muchos de los casos los dictámenes a seguir.

Comstock es el creador a la vez que profeta de la ciudad y que diariamente hará lo posible por luchar contra el Vox Populi, el movimiento por parte del pueblo en contra de las normas de Columbia. Los primeros minutos en la ciudad servirán para darnos cuenta de la ideología que reina en ésta. Un chico de color y su novia están siendo humillados en el centro de la plaza. Los asistentes a tan reprobable evento se lo pasan en grande; mientras, se nos invita a participar en él ¿Seremos verdugos de dejar en ridículo al chico lanzándole una tarta o no tendremos reparo en expresar nuestro odio hacia tales actos?.

Este será el pan nuestro de cada día en la visita a Columbia, comprobar de primera mano como personajes históricos de la talla de Franklin, George Washington o Jefferson son adorados tanto o igual que dioses o cómo sus habitantes se levantan en pos de una inminente guerra civil en la que el orden correcto parece ser una utopía.

Al igual que el título original, 'Bioshock Infinite' estará cargado de política, religión y una pizca de racismo para la ocasión. Temas que tristemente están de plena actualidad, pero que fueron gran parte de los culpables para la fundación de los Estados Unidos. Son muchas las ampollas que han levantado estás temáticas, aún tenemos en mente la decisión que estuvo a punto de tomar uno de los desarrolladores queriendo abandonar el proyecto tras contemplar cierta escena cargada de tintes religiosos.

 Looking Glass dejó las bases bien sentadas en 1998 cuando una compleja y adulta historia podían tener cabida en un shooter, quedó latente en 'System Shock'. Años más tarde Ken Levine dio una vuelta de tuerca a la franquicia con la secuela del aclamado juego de ciencia ficción ofreciendo un nuevo enfoque que en muchos de los casos sobrepasaba a la obra original. 'Bioshock Infinite', al igual que la aventura lanzada en 2007, vuelve a mirar hacia sus cimientos. A encontrarnos con un juego de acción, plagado de disparos en según qué momentos, pero donde un trasfondo que se ramifica en diferentes frentes (religión, política, racismo) son la clave para narrar una historia alucinante como pocas, para nada común en el género y rara vez vista en la industria.