Opinión
Es más fácil coger tu juego, echarlo en tu mochila o bolso, y trasladarte a casa de tus amigos donde vais a celebrar una competición de determinado juego, o de varios, a partir de los que unos y otros aportéis a la jornada. La alternativa sería llevarse las consolas e ir enchufando una u otra en función del juego a jugar.
Porque todos los que jugamos a los videojuegos, sabemos que es un vicio caro. No creo que sea muy extraño, que convengamos con nuestros amigos o familiares quién adquirirá uno u otro juego, permitiendo así que, con el intercambio, gocemos de más títulos a un menor coste. La mayor ventaja que pudiera tener la expansión de las descargas digitales, con respecto al formato físico, debería ser el abaratamiento de los juegos, con una importante reducción de precios, pero eso, hoy día, no ocurre, y las compañías venden al mismo precio una descarga digital que un formato físico.
Tras el formato físico se encuentran múltiples sectores y factores que no podemos olvidar. La carátula desaparecería, no existiría tal cuestión ¿podemos permitirlo? Las tiendas del sector verían reducidas sus ventas a las consolas y accesorios ¿más paro con la que tenemos encima? El ver, mirar y tocar antes de comprar, quedaría limitado a poder disfrutar de demos que colgaran las compañías de determinados títulos, jugando un tanto a ciegas en la compra de otros.
Las estadísticas de las plataformas digitales más potentes: Xbox Live, Play Store y Wii Ware, confirman estos argumentos. Se vende más lo que no tiene un formato alternativo para adquirirlo, porque si existe, el jugador se decanta hacia el formato físico.
Hay que avanzar, hay que moverse con los tiempos, y hay que aprovechar todo lo que las nuevas tecnologías ponen en nuestra mano, para convertir lo que hace unos años era ciencia ficción, en una realidad. Pero nada impide que, tecnología y tradición, convivan pacíficamente. Potenciemos lo que el formato físico nos aporta y forcemos a que las compañías se trabajen más estas presentaciones.
Al mismo tiempo, exijamos que nuestros juegos no se limiten a lo que el disco nos aporta, potenciando el desarrollo de contenido adicional y expansiones, que lo doten de duración en el tiempo. Ambas situaciones, al final, irán en provecho de quien compra el juego.
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