El Contraanálisis... Fallout 3

El resultado final, sin duda, ha merecido la pena. Es importante avisar que, Fallout 3, lejos de la fachada de FPS que parece tener, esconde un juego de rol, un RPG, de los más puros que existen actualmente en el mercado. Ambientado en la postguerra nuclear, en un mundo subterráneo desarrollado bajo los escombros de la desvastación provocada por la guerra comienza nuestra historia. El refugio 101 es nuestro hogar y de allí partimos en esta inmensa aventura con múltiples misiones principales y secundarias.

Independientemente de interpretaciones, Fallout 3 tiene una calidad indiscutible. Probablemente, los seguidores más acérrimos del espíritu de la serie renegarán del enfoque con el que se ha dotado a esta continuación. Puede que a algunos les disguste ver que es el motor de Oblivion el que se encarga de todo lo relacionado con el aspecto visual. Quizá alguien pueda argumentar que echa en falta ese toque de sarcasmo extremo que incluía la segunda parte de la saga. Como decíamos, incluso con estos posibles argumentos en contra, Fallout 3 es un juego lo suficientemente sólido, divertido y técnicamente sobresaliente como para, quizá, hacer recapacitar a cualquiera que le dedique un par de horas de juego.

Contraanálisis

Fallout 3 no necesita de sus antecesores para ser disfrutado en plenitud. Por sí solo, guarda un argumento y un desarrollo lo suficientemente sólido que no necesita antecedentes para comprenderse o continuar la historia. Las mayores críticas, precisamente, han venido de la mano de sus seguidores, de esos jugadores que disfrutaron de las dos entregas anteriores y que no terminan de entender por qué se producen los cambios de imagen y jugabilidad en este último episodio. El salto a las tres dimensiones o los cambios en la personalidad del protagonista, son los puntos más criticados.

Fallout 3 nos presenta una pintura de un futuro utópico. Un mundo creado en la mente las personas que en los 50 vieron cómo sería el mundo de ciencia ficción del mañana, si cayeran sobre él miles de bombas atómicas. Sobre una pintoresca visualización de un mundo lleno de automóviles atómicos, robots criados o terminales de computadoras increiblemente básicos, el desarrollo de una guerra nuclear se lleva por delante todas estas comodidades tecnológicas, dejando un escenario de fondo con una atmósfera triste y oscura. Es un mundo que es tanto fantástico como de algún modo creíble. Un mundo que resulta excitante explorar.

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Tristeza. Ese quizás sea el primer sentimiento que nos viene a la mente cuando contemplamos el mundo en el que se desarrolla el juego. Todo el exterior está arrasado, y nuestro mundo, un búnker subterráneo lleno de oscuras galerías, se antoja frío y carente de algún tipo de encanto.

La atmósfera de Fallout 3 y toda su ambientación nos va a permitir muy pronto comprender la gravedad de los timepos en los que vivimos. Lejos de la alegría que puede representar el recorrer un mundo para explorarlo y conocerlo, en Fallout 3 este sentimiento se vuelve una necesidad. El paso del tiempo y este mundo hermético, pronto comenzará a generar cierta sensación de claustrofobia que nos anima a salir de allí cuanto antes.

El desarrollo de Fallout 3 se inicia con uno de los editores de personaje más originales que hayamos visto. Combinando el tutorial con la definición de los rasgos de nuestro personaje, apareceremos directamente en el refugio postnuclear 101, en el momento de nuestro nacimiento. Siguiendo una escena muy cinematográfica, el doctor hará preguntas a nuestros padres y a nosotros mismos, de forma que editaremos nuestra anatomía facial. Podemos retocar todos los aspectos del rostro del personaje, así como vello facial y pelo. El cuerpo, por otro lado, permanece inalterable, por lo que nuestra morfología será siempre la misma, cambiando únicamente la cabeza. Trastear con el editor nos conducirá hacia nuestro héroe, que dará sus primeros pasos en el jardín de infancia, un año después. Aprendiendo a tomar el control del personaje, descubriremos un libro infantil que nos instruirá sobre los atributos del personaje y nos dejará definirlos invirtiendo puntos.

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Sin duda alguna, es uno de los inicios más originales que hayamos encontrado en un videojuego. Desde la contemplación de nuestro propio parto a celebrar nuestro décimo cumpleaños. La visión del mundo desde la cuna cuando apenas tenemos un año y debemos de salir corriendo del parque de juegos es de lo más original. Pero a nuestro criterio, también es la parte que resulta más difícil de encajar por parte del jugador y que puede hacerle abandonar el juego en los primeros minutos de desarrollo. Nada es convencional en este juego. La aparición de las primeras misiones, desconcierta un poco sobre cuál será el objetivo final del juego, sobre qué es lo que vamos a hacer. Debemos dejarnos llevar por los saltos temporales cumpliendo nuestras, a priori, absurdas misiones, para llegar hasta nuestra adolescencia. Lo que hemos ido haciendo, hasta ahora, es modelando a nuestro personaje. Un grandioso tutorial escondido en forma de trama cinemática donde se nos van explicando los controles del juego, los aspectos de nuestra personalidad y, sobre todo, se nos sitúa en la historia que rodea nuestra vida. Una vez alcanzada la adolescencia, nuestro juego cambia de forma radical.