Análisis WarioWare: Do It Yourself

WarioWare D.I.Y. – Do It Yourself! es la séptima entrega de la franquicia, la tercera para Nintendo DS, con una esperada novedad que rompe con el concepto establecido, tal y cómo su propio nombre da a entender, tu tendrás que crear tus propios microjuegos.

Presentación

WarioWare D.I.Y. sigue ofreciendo ese buen sentido del humor que tanto gusta, gamberro e irreverente, muy a lo Wario Time, que se complementa con unos microjuegos sencillos y originales que tantos adeptos tienen, dándoles la oportunidad en esta ocasión, no sólo de crearlos, sino también de compartirlos con otros miembros de la comunidad.  

Y no creais que es tan complicado, pues no necesitaremos tener ningún conocimiento previo en cuanto a programación o desarrollo de videojuegos, simplemente estar atentos a los pasos que te marca el tutorial y dar rienda suelta a nuestra imaginación y maña. Aunque ese es en principio la gran novedad y la carta de presentación del juego, en el cartucho también encontraremos 90 microjuegos que podremos disfrutar nada más encender la consola, a los que se podrá añadir otros tantos que podemos bajar a través del servicio online de Nintendo.

Jugabilidad

Cada microjuego tiene una jugabilidad diferente, si bien es cierto, que la base es la misma. Al iniciarlo, en unos segundos aparecerá un mensaje de una o dos palabras y tendremos que ser rápidos al entender que se nos pide exactamente, pues el tiempo de acción es de apenas unos segundos. Una vez recibido el concepto del objetivo a cumplir durante el microjuego, ya es cuestión de rapidez y destreza, a la hora de tocar o deslizar el stylus por la pantalla.

Una vez tenemos claro el concepto de microjuegos que se pide, es la hora de meterse de lleno en el plato fuerte de WarioWare D.I.Y. , nuestras propias creaciones, que realizaremos en el editor. Para ello deberemos seguir unos cuantos pasos: crear fondo y objetos, órdenes y música. En primer lugar, debemos titular nuestro microjuego. Luego, con el stylus, sacaremos nuestra vena artística y dibujaremos, el fondo del escenario y los distintos elementos o personajes que vaya a intervenir en el juego.

 Podremos importar fondos, elementos o personajes predefinidos que podremos ir desbloqueando según juguemos, alguno de ellos extraidos de clásicos juegos de Nintendo, como Mario o Zelda. Tendremos varias herramientas para realizar nuestros dibujos, desde distintos tipos de pinceles, recortes o incluso texturas. Todos los objetos tienen un máximo de cuatro posiciones, que son los que formarán las animaciones.

Estas posiciones, deben ser tratados como fotogramas, que se superpondrá unos encima de otros y serán visibles o no, mediante transparencias que previamente deberemos especificar y que ayudarán a una transición fluida entre un salto y otro de la animación. Al tener escenarios y elementos listos en pantalla, es el momento de pasar a darles las órdenes de que es lo que tienen que hacer y el objetivo del microjuego. Debemos pensar en este proceso de creación como un guión que deben aprenderse los actores en el escenario de un teatro.

La acción se situa sobre una línea de tiempo, dónde deberemos indicar, el momento y la posición en la que aparecerá un elemento y las propiedades del mismo, por ejemplo, una trayectoria de movimiento. Así pues si el elemento es un fondo estático, deberemos indicar que aparece en el segundo 0 de la línea de tiempo y que no desaparezca hasta el final del microjuego. Una vez tenemos esto preparado, mediante un sistema de “interruptores” de apagado y encendido que tiene cada elemento, podremos indicarle que se active mediante las condiciones que nosotros deseemos.