Análisis The Witch and the Hundred Knight

Quizás sus videojuegos, exceptuando la franquicia ‘Disgaea’, no se hayan convertido en un gran éxito debido seguramente a la gran competencia que tiene dentro de su género favorito, aunque no por ello quiere decir que hablemos de mala calidad, todo lo contrario.

Una vez más, uno de sus títulos llega hasta Occidente; se trata de ‘The Witch and the Hundred Knight’, una nueva franquicia que dista bastante de lo que han lanzado al mercado habitualmente, pero que pretende divertir y encantar a partes iguales a todos los amantes del S-RPG.

Tras ‘The Guided Fate: Paradox’ y la última entrega de la serie ‘Disgaea’, la nueva aventura producida por Nippon Ichi nos pone en manos de un curioso protagonista, una leyenda conocida como Hundred Knight, que aparenta no asustar pero que seguro que os sorprenderá. 

El pequeño demonio

NIS America utiliza para esta nueva propiedad intelectual una serie de personajes que siguen manteniendo la estética del resto de sus videojuegos, incluso dando continuidad a un tipo de humor muy similar a lo visto en la serie ‘Disgaea’. ‘The Witch and the Hundred Knight’ abandona las historias de héroes y princesas para meternos de lleno en una batalla milenaria entre brujas con el objetivo de expandir su territorio. Metallia, entre sus planes para expandir su pantano, se encuentran con sus hermanas; una de ellas la bruja del bosque, a la que nunca ha conseguido ganar en el combate directo, por lo que tendrá que buscar otras alternativas. 

La historia de dos brujas y la invocación de un ser legendario

Metallia decide invocar al ejercito legendario de los Cien Caballeros, pero dado que no tiene todo el poder necesario para conseguirlo, consigue traer de vuelta a uno conocido como el Caballero centenario, pero desgraciadamente, este pequeño diablillo ha perdido la memoria y su capacidad para luchar no es tan legendaria como se esperaba.

Hay que saber que este pequeño diablo mantiene en su interior una serie de poderes mágicos que irán apareciendo a lo largo de la aventura, pero lo más gracioso de todo es que a pesar de ser un esclavo de Metallia, el personajillo no dudará en rebelarse ante su dueña.

Conquistando zonas

Nippon Ichi, que suele dejar su propia marca en los RPG de género táctico, se ha centrado en este caso en la acción más directa, teniendo el control total sobre nuestro personaje, al que podemos personalizar con nuevas habilidades, armas e incluso invocar a sus hermanos para luchar en compañía, algo a lo que podría habérse aplicado un modo cooperativo en línea o local, pero que finalmente no ha sido posible. 

En la historia relatada, la leyenda de los Cien Caballeros nos habla de un ejercito invencible que jamas fue vencido por nadie; por eso, Metallia necesitará obtener un gran poder para poder invocar a nuevos caballeros, aparte del protagonista. Todos ellos serán tan necesarios como el propio Hundred Knight, puesto que en las duras batallas con los jefes finales, ofrecerán un gran apoyo aportando sus propias habilidades, muchas de ellas únicas por cada personaje.

Haciendo las veces de un “falso” hack'n'slash, el objetivo de ‘The Witch and the Hundred Knight’ es ir conquistando zonas para nuestra bruja eliminando al resto de seres invocados por el resto de brujas hermanas. Para ello, tendremos que ir destruyendo una serie de pilares que convertirán las zonas hostiles en el pantano en la que vive Metallia. 

El juego forma parte del 20 aniversario del nacimiento de la propia Nippon Ichi

Hasta este punto todo correcto, pero Nippon Ichi ha metido mano a la jugabilidad añadiendo el llamado GigaCal, un medidor de energía que venciendo a los enemigos o consiguiendo comida para la bruja multiplicará este medidor permitiéndonos movernos por nuevas zonas. El GigaCal es un sistema tan interesante como a la vez poco acertado, puesto que al visitar las nuevas zonas, no podremos volver hasta el hogar de la Bruja hasta que lleguemos a un punto de control, y en el caso de perder por completo el GigaCal o directamente la vida del personaje, perderíamos todo lo que llevasemos encima, es decir, que además de vigilar nuestra vida, también tenemos que estar atentos a la barra del GigaCal.