Análisis Killer Instinct

El género de la lucha está de enhorabuena en los últimos años, experimentando un momento dulce con el renacimiento de sagas clásicas como 'Mortal Kombat' por parte de los norteamericanos de NetherRealm, 'Street Fighter' con una cuarta entrega que conquistó a los jugadores en el inicio de la pasada generación -y los salones recreativos de todo Japón- y la llegada de otras nuevas franquicias como 'BlazBlue' o 'Injustice', cada una de universos diferentes, pero que han logrado triunfar entre su público. El género ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos; los jugadores ya no van a los salones de recreativas tanto como antes, pero lo cierto es que, a pesar de ello, seguíamos teniendo la necesidad de medir nuestras fuerzas contra otros jugadores desconocidos, algo a lo que se ha dado solución en esta generación con la implantación definitiva del juego online. 

Si algo nos ha traído este final de generación en cuanto a juegos de lucha es la variedad de nuevos modelos de negocio dentro del sector -y en especial en el mundo de las consolas- a parte de la venta de juegos físicos en los puntos de venta a precio estándar. Hemos conocido el caso de recientes títulos como 'Tekken Revolution' o 'Dead or Alive 5 Ultimate: Core Fighters', que proponen distintos modelos de micropagos por desbloquear personajes, modos de juego o en el caso del título de Namco Bandai para PSN, comprar monedas virtuales para canjear por jugar cada combate (o esperar 60 minutos para que se regeneren). Parece que los títulos de peleas buscan nuevos públicos a los que llegar, aquellos quienes no quieren pagar el precio de un juego completo por decenas de personajes, modos y escenarios que nunca van a utilizar. A esta corriente se adhiere el nuevo 'Killer Instinct', marca ahora propiedad de Microsoft, con una nueva entrega desarrollada por el estudio Double Helix ('Sillent Hill: Homecoming') tras casi 20 años de ausencia en consolas.

Un modelo de pago confuso

El juego, disponible en formato descargable a través de la tienda de Xbox, fue anunciado hace meses con bastante expectación por parte del público, pero su presencia ha ido difuminándose poco a poco de la actualidad debido a su polémico sistema de micropagos por personajes y contenidos, algo que al principio puede echar para atrás, pero que a la hora de pasar por caja nos permite hacernos con la edición base de un título de lucha jugablemente muy interesante por un precio bastante asequible.

¿Cuál ha sido el desencadenante que ha desinflado a Killer Instinct (2013)? La estrategia de comunicación que se ha seguido para explicar al público el sistema de pago de contenidos ha sido nefasta, y es que el mismo sistema en sí es bastante confuso. Por un lado tenemos que el juego base es gratuito, con todos los modos disponibles pero limitado a un solo luchador, lo que lo convierte en una generosa demo. Si queremos el juego completo tendremos que pagar 19,99 € por la versión básica que incluye los ocho luchadores. El problema viene cuando además de esto, entra en juego la variable de que cada mes se irá añadiendo nuevo contenido en forma de personajes, trajes y accesorios. Un rompecabezas para los jugadores, que al final no saben por qué están pagando exactamente y es una pena, porque 'Killer Instinct' es un juego de lucha muy sólido y divertido que, en nuestra opinión, si hubiera sido al mercado en igualdad de condiciones que 'Forza 5', 'Dead Rising 3' o 'Ryse: Son of Rome', muchos lo tendrían en cuenta como lo que es, uno de los mejores juegos de lanzamiento de Xbox One.

Entrando a definir lo que es y lo que no es 'Killer Instinct', nos encontramos un juego de lucha en 2D frenético en el que todo lo que pasa en pantalla transcurre a la velocidad del rayo, pero en el que es fácil hacerse con el control tras las primeras partidas y saber lo que está pasando en cada momento. A diferencia de otros juegos más técnicos, en este podemos llegar a hacer bastante daño y salir adelante en nuestros primeros pasos aporreando botones, lo que lo hace muy divertido; pero la forma en la que más le sacaremos partido es aprendiendo cómo funciona su intuitivo sistema de combos.