Análisis God of War: Ascension

Los puzles toman su protagonismo

‘God of War’ es una franquicia muy lineal, tampoco se ha caracterizado por ser un juego de exploración a pesar de sus abismales escenarios. Tampoco sus puzles han sido un quebradero de cabeza para el jugador.

En ‘God of War: Ascension’ la idea de la exploración y los puzles ha tomado un nuevo camino, si bien no hay novedades dentro de la saga, la llegada de una serie de objetos especiales dan un poco más de vida a un apartado que parecía un tanto olvidado.

Lo primero son los numerosos cofres que se encuentran escondidos o a la vista en muchos de las áreas del videojuego. Una vez más, se encuentran los cofres de orbes verdes, rojos y azules, al mismo tiempo que siguen los cofres con los Ojos de Gorgona o las cinco Plumas de Fénix que ayudan a elevar el nivel de vida de Kratos y de magia, además de proporcionar un par de trofeos para la cuenta del jugador.

Pero aquí llega la novedad y son los artilugios que Kratos consigue de Las Furias. Entre ellos encontramos el amuleto de Uróboros, que permite devolver al estado original los escenarios y objetos que fueron destrozados, otro amuleto nos permite crear un doble de Kratos que combate a nuestro lado o que nos ayuda con algún puzle sujetándonos alguna palanca por nosotros, y por último un tercer amuleto que forma parte de la historia de Las Furias y que ya iréis descubriendo a lo largo de la partida.

Las tres pueden usarse para combatir además de servirnos para solucionar los diferentes puzles del juego, por ejemplo con el amuleto de Uróboros podemos paralizar por segundos al enemigo y dañarle en el aire mientras queda suspendido.

En cuanto a la parte de los puzles se han vuelto demasiado fáciles, aunque ahora son muy imaginativos gracias al uso de los tres nuevos amuletos. No son un gran desafío para los jugadores, pero si dotan al juego de un pequeño relax después de tanta lucha y muerte.