Francia ¿segunda potencia en videojuegos?

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Según su gobierno, Francia es el segundo país más importante del mundo en materia de videojuegos. Y España... ¿tan cerca, tan lejos?

10/05/2014 10:00
Francia se convierte en el paradigma europeo del videojuego al posicionarse de forma oficial como la segunda potencia del sector en el mundo, solo por detrás de Estados Unidos. Un estado que apoya a la industria y la impulsa con ayudas, aunque sin amamantarla sin fin, como ha sucedido en en nuestro país, es la clave de esta situación. ¿Podemos aunque sea soñar con una situación parecida en España?
Miguel

Recientemente, el gobierno francés ha publicado una interesante información relativa al desarrollo de videojuegos en el país galo y a la importancia de la industria en Francia. Según esta nota, Francia sería el segundo país más importante en la industria, ya que produjo más de 60.000 millones de euros entre 2011 y 2012 y cuenta con más de 31 millones de jugadores, más que ningún otro país europeo. Siendo los segundos consumidores de videojuegos a nivel europeo por volumen de ventas, se sitúan como una industria no solo creciente en los últimos años, sino como realmente un mercado asentado y dispuesto a dar guerra en el futuro.

Un estado que apoya y promueve la industria

Aunque estos datos no están del todo confirmados, se dan todos los ingredientes para creer que esta situación puede ser cierto. Empecemos a repasar: varios estudios de renombre internacional, tales como Ubisoft, Arkane Studios, Quantic Dream o Vivendi (poseedora de derechos de algunas otras muy grandes como Activision); un número de jugadores mucho más elevado que en otros países, y principalmente, un estado que apoya y promueve la industria. Las ayudas, tan demandadas aquí por comparación a la opulenta y tan auto complacida industria del cine, no son más que el reflejo de un sistema que cree en los videojuegos, que los considera algo más que un juguete: una vía de negocio y, en menor medida, un arte que hay que proteger.

Otros atículos

Francia es la potencia europea del videojuego, con ayudas coherentes y bien repartidas que crean una industria cuidada pero independiente

No es que Francia sea un paradigma de la industria, aunque se podría tomar como modelo en muchos sentidos. Obviamente es una potencia económica a nivel continental, es un país relevante en la esfera política, con sueldos más altos y mayor población. Tampoco son comparables las secuelas de una crisis económica más aguda en nuestro país, dificultando mucho más la tarea a las empresas. Pero sí que hay algo en lo que se podría tomar ejemplo:  el apoyo incondicional a los videojuegos como algo más que un juguete, que un "comecocos" corrompedor de niños o una manera de perder el tiempo. La equiparación al cine, a la literatura o a otro tipo de expresiones artísticas. Uno no ve ese reconocimiento ni de forma oficial por parte del Estado de ni forma extraoficial, como cualquier hijo de vecino puede comprobar en el día a día.

¿Cómo queda España en todo esto?

¿Puede España convertirse en la primera potencia europea del videojuego y situarse entre las grandes del mundo, aunque sea a medio o largo plazo? Un servidor piensa sinceramente que no. Y no es porque vayamos justos de talento, ya que sucede todo lo contrario; tenemos empresas muy pequeñas capaces de grandes cosas, y otras grandes compañías que han demostrado su capacidad al mundo. Es cuestión de perspectiva en todos los ámbitos, y aquí desde luego los videojuegos no tienen la mejor imagen. No por violentos o malvados, una época ya superada, sino por la mirada despectiva con la que se les mira. ¿Qué esperar de un país donde prensa supuestamente serie habla con este desdén y este tufillo xenófobo de todo un Príncipe de Asturias como es Shigeru Miyamoto?

Aunque no es que uno no desee que esa situación se dé, que nadie me malinterprete: ojalá España se dirigiera a un futuro en el cual los videojuegos tuvieran un papel relevante como industria. Pero para llegar a eso, tendríamos que empezar a ver algunos síntomas de cambio; más apoyo, más consideración, más visibilidad y, principalmente, más respeto desde las instituciones y desde la sociedad. No cegarnos con las ayudas, que insisto, no son más que la consecuencia directa de creer que algo es rentable y, a la vez, cultural. El ya mencionado nombramiento de Miyamoto fue un primer paso, qué duda cabe, pero ese gesto necesita un eco que de momento no hemos oído.

Miguel

España cuenta con buenas empresas y una gran comunidad jugona; caldo de cultivo que solo espera para ser explotado

Quizás haya que apoyar desaforadamente a los videojuegos patrios para llegar a esa situación; quién sabe. O quizás eso haría más mal que bien a la propia industria española, al ser sobreprotegida por unos y atacada por otros. Prefiero simplemente tener en cuenta a los juegos españoles, no verlos con mirada maternal ni tampoco con ese desprecio que se suele tener siempre por todo lo que sale de nuestras tierras. La confianza de que aquí hay buen hacer y buenas ideas incluso cuando vienen mal dadas (casi siempre) es suficiente para sentir que hay una industria incipiente a la que no se le deja florecer.

No queda otra que arengar a los creativos a seguir a lo suyo, a dejarse ver, a buscarse la vida si hace falta más allá de nuestras fronteras. Que creen aquí o allí, bajo el modelo de negocio que crean más conveniente, pero que nunca dejen de soñar. Quién sabe si alguna vez las personas necesarias mirarán arriba y verán que los videojuegos tienen y tendrán mucho que decir, que es la cultura del hoy y del mañana, y que no apoyarlos con la seriedad necesaria es simplemente una incoherencia. Quién sabe, de hecho, si alguna vez dejaremos de ver el modelo francés como el sueño español.