Análisis Attack of the Friday Monsters! A Tokio Tale

La ciudad está dividida por zonas y, al llegar al límite de una, pasamos a otra sin tiempos de carga. La cámara es completamente fija. En la pantalla táctil tenemos un mapa de la ciudad que puede ser ampliado o alejado, y muestra dónde se sitúa cada uno de los personajes con marcas del color de su camiseta. También encontramos el menú, con opciones para guardar la partida, ver nuestro inventario de cartas (del que hablaremos más adelante), etc.

Al caminar por Fuji no Hana es muy habitual encontrar en el suelo unos puntos brillantes llamados Glim. Simplemente, tenemos que pasar por encima de ellos para recogerlos, siendo el objetivo coleccionar siete del mismo tipo para que acaben transformándose en una carta, que son las que nos permitirán luchar posteriormente contra los amigos de Sohta. Además, cada vez que completemos un capítulo de la historia obtendremos nuevos Glim y otros aparecerán aleatoriamente en distintas localizaciones, por lo que es recomendable dar una vuelta por todo el mapa cada cierto tiempo para irse haciendo con ellos.

Luchando por el control de la amistad

En ‘Attack of the Friday Monsters!’ no es necesario derrotar a ningún monstruo o adversario con nuestras propias manos. Gracias a los Glim, obtenemos una serie de cartas que son necesarias para competir contra nuestros amigos y otros chicos de la ciudad. Éstas, si son del mismo tipo, pueden ser fusionadas para hacerlas más fuertes, algo que será determinante para poder ganar a nuestros adversarios y a su vez conseguir más Glim.

El sistema de combate se basa en el clásico “piedra, papel, tijeras”. Cada carta de nuestro inventario tiene un icono con un puño cerrado, una mano abierta o el símbolo de “victoria”, y un número que determinará quién gana en caso de empate. Al principio, elegimos y ponemos en el orden que nos apetezca las cinco cartas que queremos que participen en el juego. El rival hará lo mismo, colocándolas enfrente y boca abajo, y entonces la máquina desvelará quién de los dos se llevaría la victoria en caso de que todo permaneciese tal como está. Por ejemplo: “tres cartas tuyas ganan, una empata y otra pierde”. Con las cartas aún sin mostrar, se revelarán aleatoriamente dos de los cinco emparejamientos y ambos jugadores podrán cambiar de lugar dos de sus cartas para modificar el rumbo del combate. Parece complejo, pero una sola partida será suficiente para comprender la mecánica.

Cuando ganamos a un adversario, nos convertimos en su jefe, mientras que si perdemos pasamos a ser su sirviente. Como veis, no existe un estado neutro. El jefe tiene el poder de lanzar un conjuro (cuyas palabras mágicas podemos editar en el menú) sobre su sirviente, lo que a efectos prácticos se traduce en que las interacciones con los personajes son distintas en función de cómo haya quedado nuestro combate con él. Para completar ciertos capítulos será necesario haber ganado a algún que otro joven de la ciudad.