
Especial
Ríos de tinta han corrido en todo el mundo por el delicado estado de salud de la industria japonesa.
Esas frases han salido de gente como Keiji Inafune o Tomonobu Itagaki, que no son precisamente unos mindundis del sector.
Sin meternos a profundizar en este problema, del que ya os digo se ha escrito y reflexionado mucho, este Tokio Game Show me ha dejado un buen sabor de boca en lo que respecta a Kinect y las novedades presentadas. No sólo por el corte más hardcore de sus propuestas - corte que en algunos casos no está tan claro, ya que todo dependerá de lo profunda que se la detección de los movimientos y la exigencia de los controles - sino por su estética y su atrevimiento, desmarcándose del habitual “colchón de seguridad” de los minijuegos y proponiendo que nos metamos en una mansión encantada, manejemos a un dragón o nos convirtamos en un mecha virtual.
Tengo que admitir que no me esperaba tanto de Microsoft en este TGS, el mercado japonés es un terreno prácticamente perdido para Xbox 360 y pese a los intermitentes esfuerzos de la compañía americana – los Blue Dragon, Tales of Vesperia, Final Fantasy XIII... sin olvidar los juegos de marcado corte asiático y las contínuas rebajas de precio – lo cierto es que hay una Xbox por cada cuatro PlayStation 3 y ni me quiero imaginar cuántas por cada Wii.
En cambio, si lo pensamos, Kinect parece una buena oportunidad para que la creatividad japonesa vuelva a tomar protagonismo, para que esas mentes pensantes ideen mil y una formas de sacar partido a una tecnología que parece que funciona pero que, usada deprisa y mal, puede producir juegos de dudosa calidad sólo apropiados para ser enseñados durante 5-10 minutos en alguna reunión de amigos (o quizás a solas para cubrir una carencia afectiva, y es que no a todo el mundo le dejan tener tigres en casa). En estos casos las cifras mandan, y si bien gente tan importante como el mismo Inafune, Mikami, Suda 51 o Futatsugui se han puesto el mono de trabajo para reverceder un catálogo inicial bastante desangelado, el éxito o fracaso de Kinect hará que se apueste y se arriesgue más con esta tecnología.
Hay que crear nuevos géneros, reinventar otros, hay que atraer a la gente con Brain Training pero también dejarles que corten cabezas y arrasen ciudades. Entonces, y sólo entonces, todos tendremos razones de peso para comprar Kinect, Microsoft podrá decir que ofrecen realmente una experiencia única y la rueda que nos lleva hacia un mercado globalizado tirará por un camino que ya me va gustando más, porque disfrutarás tú, disfrutaré yo y disfrutarán nuestras abuelas. Todos felices. Y Microsoft comiendo perdices (y brindando con Sake).
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