Repasamos los juegos que nos han hecho viajar a mundos imposibles a través del espacio exterior, a realidades alternativas con tecnologías nacidas de la mente de los creativos.
Otro que no podía faltar en el artículo es Mass Effect, la ópera galáctica de Bioware que nos presentó un universo gigantesco y lleno de matices. El comandante Shepard y su creciente tripulación han pasado de todo en los tres juegos que componen una de las trilogías más importantes de la generación y que ha conseguido reunir a millones de fans dispuestos a luchar hasta el final por salvar a todas las razas de la amenaza de los segadores.
La saga Mass Effect destaca por muchas cosas, su rueda de diálogos en la que definir nuestra personalidad y tomar decisiones cruciales, las relaciones - a veces muy, muy personales - entre el protagonista y su tripulación, la jugabilidad que fue pasando del rol a la acción de los mejores shooters mezclando armamento con poderes bióticos y tecnológicos y por supuesto los numerosos momentos épicos enmarcados en una ambientación sobresaliente que nos dibuja una gran 'O' en la boca cuando visitamos por primera vez la Ciudadela, subimos a la Normandía, aterrizamos en Ilos o luchamos a muerte en Noveria.
La estética de Mass Effect es única, bares de música tecno inundados de neón, sobrias estaciones militares o planetas plagados de exótica vegetación nos ofrecen un contraste entre especies y lugares tan distinto como los modales de una Asari frente a los de un Krogan. Conocer a sus personajes es quererlos, casi tanto como Joker a su nave.
Si pensamos en ambientaciones cuidadas al detalle de inmediato nos viene a la mente 'Deus Ex: Human Revolution', uno de los máximos exponentes de la estética cyberpunk-renacentista que nos ofrece un mundo superpoblado en el que los implantes biónicos y la nanotecnología están marcando las diferencias más allá de las cuestiones éticas y la moral.
Desarrollado por Eidos Montreal y sin el apoyo de Warren Spector ni Harvey Smith - los creativos de las primeras entregas - el juego consiguió sopreponerse a cualquier ausencia y gracias a su enorme cuidado por el detalle y lo novedoso de su jugabilidad consiguió convertirse en uno de los destacados de la generación. Manejamos a Adam Jensen, guardia de seguridad de industrias Sarif y vistaremos ciudades como Detroid o Shangai en misiones en las que podremos usar las armas, el pirateo o el sigilo para poder avanzar sin dejar un solo cadáver a nuestro paso.
El renacimiento en un entorno futurista, el transhumanismo, ese mensaje de que la humanidad no puede abarcar más de lo que puede manejar y su particular paleta de colores son las señas de identidad de un shooter que no necesita más artificios tecnológicos para triunfar.
Mencionar también a 'Crysis', el shooter de Crytek que ha terminado llegando por partida triple a la generación y que también se vale de la tecnología para proporcionar al protagonista una ventaja frente a los soldados enemigos. La estética de Crysis 2 nos presenta una ciudad como Manhattan destrozada, comida por la peste, un campo de batalla entre monstruos de acero y taxis.