Análisis Kokuga

Nos situamos un año después de que estallara una gran guerra entre dos grandes potencias armamentísticas, la nación a la que perteneces, que por algún motivo se conoce como 'A', y el país vecino, al que denominan 'I'.

Al igual que gran parte de los conflictos en la historia de la humanidad una rivalidad étnica fue creciendo hasta evolucionar en un enfrentamiento físico. De nuevo el hombre vuelve a tropezarse en la misma piedra, repitiendo sus errores pasados. Como si de un mandato divino se tratara los engranajes del odio se pusieron en funcionamiento para dirigirnos hacia un combate que podría acabar fácilmente con las dos partes.

Es curioso ver como los hombres en tiempos de paz predican a los cuatro vientos el carácter sagrado de la vida y que, sin embargo, en tiempos de guerra, los mismos hombres exijan tanto a los enemigos como a los aliados que entreguen sus vidas por la causa. Bien lo dice la introducción del juego, "al final, la única conclusión es que los seres humanos son criaturas incomprensibles".

Debido a la Directiva número 18 del Departamento del Ejército los miembros del Tercer Pelotón, al cual pertenecemos, deben ponerse a los mandos de Kogura, una torreta móvil compacta de última tecnología que posee características capaces de diezmar rápidamente las filas enemigas. Con objetivo de aprender a operarla correctamente nos embarcamos en un gran número de simulaciones de guerra y otros ejercicios de entrenamiento.

La cumbre en el desarrollo tecnológico del país.

Pero, como ya sabemos, la guerra se encuentra latente a nuestro alrededor. En cualquier momento se nos puede exigir la participación en el combate activo. Una enmienda nos obliga en esos casos a dejar de lado los ejercicios de capacitación para acudir rápidamente a la llamada de nuestros superiores. Su voluntad debe cumplirse, sus órdenes son absolutas.