Análisis Halo: Reach

Empezamos eligiendo género, masculino o femenino y personalizando a nuestro Spartan con distintos modelos de casco y protecciones de armadura para hombros, pecho, cintura... hasta la voz podremos elegir, la que más se ajuste a nuestros gustos.

Cada elemento tiene un buen catálogo de mejoras que otorgan ventaja extra como mayor protección, un sensor de radar más preciso... muchos elementos estarán bloqueados en un principio y otros se conseguirán sólo si reunimos la cantidad suficiente de créditos y estas mejoras podrán ser usadas tanto en la campaña como en cualquiera de los modos multijugador, una decisión muy de agradecer ya que recompensa nuestros progresos en todo momento y podemos disfrutar tanto online como en la campaña si nos atrevemos con un modo de dificultad más elevado.

Otra gran introducción al universo Halo la forman las distintas habilidades que podremos llevar con nosotros y usar tanto online como offline, representadas con unas tablas que encontraremos repartidas por el mapa y que sólo podremos portar una cada vez. Un camuflaje óptico - letal combinado con el sigilo - esprintar - y es que a veces viene bien poner pies en polvorosa - un propulsor que nos permite elevarnos para tomar una posición ventajosa o sorprender al rival desde arriba, un escudo protector que nos impide movernos pero nos da invulnerabilidad durante un tiempo, las balas rebotarán y enemigos y vehículos que impacten contra nosotroe resultarán dañados, un holograma para confundir al enemigo y librarnos por momentos de sus disparos, una onda de choque que tarda en cargar pero sirve para arrasar todo a nuestro alrededor en un radio de alcance... todos estos poderes se cargan de forma automática y duran cierto tiempo, y por supuesto añaden un componente estratégico importante, a la par que una variedad jugable muy de agradecer para no caer en la reiteración del disparo constante. El ritmo que posee el juego no cae en ningún instante.

Desde los primeros minutos ya estaremos intercambiando disparos y comprobando el sello Covenant en los cadáveres de los civiles y soldados que pintan de sangre paredes y suelos. La variedad de misiones es digna de elogio, algunas misiones son a pie, en otras sólo los jet packs nos permitirán alcanzar posiciones elevadas para seguir avanzando y en no pocas misiones podremos utilizar distintos tipos de vehículos para recorrer el mapeado atropellando y disparando con un Warthog o un tanque Scorpion.

Armas nuevas, enemigos nuevos y habilidades nuevas enriquecen una experiencia jugable que mantiene la esencia de Halo 3, aunque esta vez no controlamos al Jefe Maestro ni tenemos sus poderes, no saltamos tan alto ni recuperamos toda la salud recargando escudos... los tenemos, sí, pero también una barra de vida que si perdemos los escudos va cayendo y sólo podremos recuperar con algún botiquín o si nos acompaña un médico y llegamos hasta él.

Amantes de los botiquines, enemigos de la regeneración automática... estamos de enhorabuena. Mención aparte a dos aspectos que merecen un aplauso, las armas nuevas son una gozada, destacando por encima de todas el marcador por satélite que sirve para apuntar hacia una zona cualquiera, que quedará marcada en un área circular de varios metros de diámetro y será arrasada por un ataque aéreo, o el lanzamisiles guiado por calor. No son nuevos en el género pero le sientan fenomenal a cualquier batalla.

Tampoco puedo dejar sin descatar el rifle francotirador alienígena, que tarda en disparar pero fríe que da gusto. Y por supuesto la fase pilotando la nave (por desgracia sólo es una), que posee un control exquisito para que podamos navegar con total libertad, acelerar y reducir, controlar el turbo, hacer maniobras evasivas laterales y frontales o disparar a los enemigos, ya sea directamente con misiles guiados (debemos fijar al enemigo en la retícula durante unos segundos y no siempre acertaremos el blanco) o debilitando sus escudos con metralla previamente. La disfrutaremos, sin duda.