El survival horror tardó en aparecer como género, y no fue hasta la explosión de los gráficos en 3D cuando realmente se comenzaron a ver creaciones interesantes en este ámbito
Hablando de survival horror, la saga Project Zero (o Fatal Frame) es todo un referente, no por antigüedad pero sí por calidad y por ofrecer terror a cascoporro, pero terror del de verdad; del de darle al pause para exhalar todo el aire acumulado en los pulmones. Esta licencia encuentra sus referencias en el terror cinematográfico japonés, muy característico, que se puso de moda a principios de siglo. Pero no se dedica a ser un mero copy-paste del género como otros (The Calling, por ejemplo), sino que va más allá con elementos de folklore y utilizando tanto recursos narrativos del cine como otros puramente interactivos. La mezcla sabe perfecta, oigan.
En el primer Project Zero, lanzado en 2002 en PlayStation 2 y un año más tarde en Xbox, éramos testigos de las vivencias de Miku Hinasaki, una joven japonesa que tiene un trauma infantil: desde que nació es capaz de ver fantasmas. Un día su hermano desaparece en la mansión Himuro cuando entra a rescatar a un amigo. Miku se ve en la obligación de entrar también para salvarlo, pero lo que no espera es la presencia de un espíritu llamado Kirie, una inquietante mujer con un kimono blanco, y de otros fantasmas con malas intenciones. La única forma de defenderse es utilizar una cámara de fotos que le dio su madre y que puede detectar y combatir a los seres del más allá que pueblan la zona.